En las etiquetas aparece como “grasa o aceite vegetal”, pero es aceite de palma. Uno de cada dos productos del supermercado lo lleva. Su consumo, además del riesgo para la salud, genera la destrucción de bosques tropicales y la desaparición de especies como el orangután. Los consumidores pueden contribuir a evitarlo gracias a los certificados que avalan su producción sostenible. Sellos como los de RSPO o GreenPalm son cada vez más solicitados por empresas de todo el mundo, aunque no están exentos de críticas.
Por qué preocuparse por el aceite de palma
Uno de cada dos productos del supermercado utiliza aceite de palma, según la organización conservacionista WWF: margarina, cereales, patatas fritas, dulces, jabones, cosméticos, etc. Los consumidores no conocen este dato aunque lean la etiqueta, que lo cita como «grasa o aceite vegetal». Los expertos recuerdan que este tipo de aceite contiene grasas saturadas, nocivas para la salud cardiovascular.
El medio ambiente también sale perjudicado por el uso masivo del aceite de palma. WWF denuncia que grandes áreas de bosques tropicales se han destruido para instalar monocultivos de palma. Animales como rinocerontes, elefantes o tigres se encuentran en grave peligro al quedarse sin sus hábitats naturales. El orangután, endémico de Indonesia, estaría al borde de la extinción por el impacto de estos cultivos, que aumentaron su uso como agrocombustible, según Karmele Llanos, de la ONG International Animal Rescue.
Certificados de aceite de palma sostenible
En 2003 se creó la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO). Esta organización internacional incluye a cultivadores, fabricantes y minoristas, empresas de distribución, bancos, inversores y ONG. Su objetivo: producir este aceite mediante buenas prácticas sociales, ambientales y económicas.
Imagen: RSPOEl RSPO controla, según sus datos, 4,2 millones de toneladas de aceite de palma, el 9% de la producción global. Por su parte, el certificado UTZ es el socio del RSPO encargado de garantizar la trazabilidad de estos cultivos.
GreenPalm es otro certificado sostenible, auspiciado por el RSPO. Sus responsables, una organización con sede en Reino Unido, utilizan un sistema de recompensas para los productores de aceite de palma que asumen sus criterios. La lista de miembros es cada vez más extensa.
Los impulsores de GreenPalm apelan también a la colaboración de los consumidores. Al comprar productos con esta etiqueta sostenible se consigue extender el sistema. Su web dispone de una zona para que los consumidores den su apoyo. De esta manera, aseguran, pueden demostrar a productores y distribuidores el interés creciente de esta iniciativa.
Malasia encabeza, con el 54%, la producción de aceite de palma certificada por el RSPO. Le sigue Indonesia (35%), Papua Nueva Guinea (10%) y Colombia (1%). Hay que recordar que esta planta solo crece en zonas tropicales.
Críticas a estos certificados sostenibles
La RSPO reconoce que sus miembros no están obligados a comprar o usar aceite de palma sostenible. La ONG ecologista Amigos de la Tierra señalaba en el informe «Too Green to be True» («Demasiado verde para ser cierto«) que el grupo IOI, la mayor multinacional de aceite de palma y uno de los principales proveedores de Europa del denominado «sostenible», protagoniza una «invasión de los bosques y turberas» (un tipo de humedal que acumula materia orgánica) en Indonesia.
La denominada «Declaración Internacional en contra del ‘maquillaje verde’ de la RSPO«, firmada por más de 250 organizaciones en todo el mundo, sostiene que se ha certificado como sostenible a empresas responsables de diversos abusos contra las poblaciones locales y el medio ambiente. Ecologistas en Acción ha mostrado su preocupación por el papel de WWF en la promoción de la RSPO.