Aunque esta semana en algunos lugares aún parece que esté terminando el verano, el otoño ya está aquí y con su llegada real disfrutar de los parques y los paseos vespertinos tendrá los días contados. Más aún ante el inminente cambio de horario que se registrará entre la madrugada del sábado 25 de octubre al domingo 26. Este fin de semana se volverá al horario de invierno, fijado por la Comisión Europea y que estará en vigor durante los próximos cinco meses. A las tres de la mañana volverán a ser las dos. Muchos ciudadanos opinan que es un cambio sin sentido, que solo sirve para alargar las horas nocturnas y acortar las diarias y para ahondar en la tristeza y oscuridad asociada al invierno y a los meses de frío. Sin embargo, como se señala en estas líneas, es un cambio positivo para el medio ambiente y para el bolsillo de empresas y consumidores. Según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación en España por el cambio de hora puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros.
Ahorro en iluminación
Una de las consecuencias más valoradas del cambio horario es que permite ahorrar en iluminación. Según estimaciones del IDAE, las economías domésticas pueden ahorrar una media de 6 euros por hogar, y el potencial de ahorro en iluminación en toda España puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, unos 300 millones de euros.
Diversos estudios apuntan, además, que tener una hora más de luz solar reduce el uso de iluminación artificial, de electrodomésticos y aparatos energéticos, en general. El objetivo principal que se persigue al retrasar el reloj una hora en invierno y adelantarla en verano es aprovechar más la luz natural diurna.
El ahorro solo se alcanza si de verdad se consigue un comportamiento racional de la energía en hogares y empresas
Son numerosas las instituciones que consideran que el cambio horario tiene más ventajas que inconvenientes y que, sin duda, el ahorro energético que se consigue es real, cuantificable y efectivo. Desde el IDAE apuntan, no obstante, que el ahorro solo se alcanza si de verdad se consigue un comportamiento racional de la energía en hogares y empresas. Ello implica prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria y usar tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en edificios de empresas o industrias. Algunas de estas tecnologías consisten en la implantación de fotocélulas o sensores de luz que apagan o regulan la iluminación artificial en función de la luz natural aportada a la zona, a través de ventanas o lucernarios.
Además, el cambio horario favorece al medio ambiente, pues se evita la emisión de entre 890.000 y 1.068.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.
Otras medidas de ahorro: la luz inteligente
El cambio horario se plantea para sacar un mayor partido a la luz natural como medida de ahorro energético. Sin embargo, hay otros métodos para reducir el consumo energético. Uno de ellos es la luz inteligente, un sistema que se basa en criterios luminotécnicos y de eficiencia energética, donde se prima la calidad en beneficio de la sociedad y del máximo respeto al medio ambiente y la sostenibilidad. Esta tecnología ofrece múltiples aplicaciones, como que se encienda y se apague la luz solo con el movimiento.
El objetivo principal de retrasar el reloj una hora en invierno es aprovechar más la luz natural diurna
El Código Técnico de la Edificación obliga a la instalación de sistemas de iluminación inteligente en los edificios de nueva construcción. Además, se conceden ayudas públicas para incorporar este tipo de sistemas en los edificios del sector terciario.
Con independencia del cambio de hora, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y el IDAE recomiendan a los ciudadanos contribuir al ahorro de energía durante todo el año mediante un uso eficiente de la energía en el hogar, lo que engloba tanto a la iluminación, como al aire acondicionado, la calefacción, la compra de electrodomésticos eficientes y el uso del coche.
Los orígenes del cambio horario se remontan al año 1974, a raíz de la crisis del petróleo. Por entonces, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió más que duplicar el precio del barril. En 1973 se pagaba a 1,60 dólares. En 1974, superaba los 3,75 dólares. Este fuerte encarecimiento movió a los estados a buscar medidas de ahorro a toda costa y, entre ellas, se decidió apostar por el cambio horario. Numerosos países incorporaron esta práctica aunque, de forma legal, en Europa el cambio horario se reguló en 2001, con la Directiva 2000/84/CE de 19 de enero de 2001. España agregó esta norma a su ordenamiento jurídico por el Real Decreto 236/2002 de 1 de marzo.
La Comisión Europea considera imprescindible un horario unificado en los países integrantes de la Unión Europea para el correcto funcionamiento de su mercado interior, transporte y telecomunicaciones. Esto permite evitar desfases temporales entre unos países y otros.
Por el contrario, algunas economías mantienen la hora fija durante todo el año, como China, Japón, India y ciertos países árabes del Golfo Pérsico.