Cada 4 de diciembre, desde hace cinco años, se celebra el Día mundial de los bosques, una efemérides que pretende que la conservación de las especies arbóreas ocupe un lugar preeminente en las políticas climáticas de los países. En esta misión pueden tomar parte los pequeños inversores, mediante una labor de sostenibilidad del planeta conjugada con una rentabilidad creciente, al invertir en bosques. Para ello, han surgido las empresas forestales. Estas entidades permiten la adquisición de árboles de sus plantaciones, hasta su cosecha y posterior venta de la madera a terceros. Este proceso se consige en un plazo que oscila entre 15 y 20 años, momento en el cual el cliente recibe el valor obtenido por la madera.
Inversión rentable en bosques
Los árboles, además de proporcionar madera y otros productos, regulan el ciclo hidrológico, reducen los niveles de dióxido de carbono y favorecen la conservación de la biodiversidad. La madera es, tras el petróleo, la segunda materia prima por volumen de facturación en el mundo. Según la Bolsa de Materias Primas de Chicago (CBOT, Chicago Board of Trade), en los últimos 180 años, el precio de la madera se ha revalorizado un 2% más que el resto de las materias primas. Por ello, invertir parte del ahorro en árboles, genera una rentabilidad en los ámbitos social, ambiental y, por supuesto, económico. En este sentido, las empresas forestales, además de fomentar el empleo en el medio rural, permiten la sustitución de la madera de bosques primarios por la de plantaciones gestionadas de manera responsable, lo que redunda en un beneficio para el planeta.
Las ganancias se generan en función del volumen de madera obtenido y de la evolución de su precio en el momento de la venta
Las empresas dedicadas a actividades forestales cultivan especies arbóreas cuya madera tiene un alto valor comercial, como el roble australiano, el cerezo, el nogal, el castaño, la teca y el eucalipto. La tala se realiza a los 15 o 20 años, cuando los ejemplares tienen el tamaño adecuado para ser maderables. Además, cuando se corta una plantación, se reforesta de manera inmediata. Estas compañías cuentan con plantaciones que respetan las normas internacionales y producen maderas certificadas que contribuyen a frenar el cambio climático. Con la creación de las empresas forestales se pone de manifiesto que, en la práctica, la economía y la ecología no son conceptos contrapuestos.
El modelo de negocio de las empresas forestales
El negocio forestal, muy extendido en América y el norte de Europa, surgió en España hace algo más de 15 años y consiste en la producción intensiva y ecológica de árboles para producir madera. El aumento de la demanda de madera, unido a la incorporación de los mercados emergentes y la disminución en la oferta internacional, favorecen el incremento del precio de la madera.
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el incremento constante del consumo de madera y la reducción de la superficie forestal hacen que se prevea un déficit de madera para abastecer al mercado a partir del año 2020. Al ritmo actual de crecimiento de la población, se necesita plantar unos 20.000 millones de árboles en los próximos 15 años para cubrir la demanda.
Ante la creciente demanda de madera, y de acuerdo a su escasa oferta, las empresas forestales brindan a sus clientes la adquisición de árboles de sus plantaciones.
El modelo de negocio de estas compañías forestales es sencillo: las empresas compran fincas donde plantan los árboles que venden a los inversores y los conservan hasta que se puede comercializar la madera. Las compañías gestionan y administran de manera íntegra estos árboles hasta la tala y la posterior venta de la madera a terceros.
La inversión en madera es segura, pero a largo plazo
El dinero obtenido por la venta de la madera pasa al inversor y la empresa cobra una comisión cercana al 10%, en concepto de gastos. Sin embargo, el comprador que invierte en esta nueva economía ecológica no está obligado a conservar su inversión durante todo el tiempo. De hecho, a partir del cuarto año, el cliente puede vender su participación a la propia empresa o a otro inversor que la compañía le busque.
En opinión de las empresas forestales, la revalorización de la madera puede ascender a un 8% anual. Por tanto, en el momento de la venta de la madera, el comprador puede llegar a obtener algo más de cinco veces el importe invertido. De todas maneras, conviene tener en cuenta que es una inversión a largo plazo.
Con contrato y ante notario
Los clientes son propietarios de pleno derecho de los árboles y la relación contractual con la empresa se formaliza ante notario. La compañía forestal debe comprometerse a establecer un aval bancario por cuantía suficiente para garantizar el mantenimiento de los árboles objeto del contrato, además de someterse cada año a una auditoría de cuentas voluntaria.
Con el fin de reponer los árboles que pudieran causar baja (por un incendio, una inundación, una plaga, etc.), estas empresas plantan una reserva adicional de un 15% de árboles. Aunque la vigencia de los contratos se establece por un periodo de unos veinte años, el inversor puede solicitar la venta anticipada de sus árboles a un tercero.
Además, los clientes tienen un seguro que garantiza la replantación de los árboles muertos durante los cuatro primeros años y, en los años siguientes, la devolución del capital aportado por cada árbol destruido, actualizado con el IPC anual, más los ingresos obtenidos por la venta de la madera.
A partir del cuarto año, el cliente puede vender su participación a la propia empresa o a otro inversor
Las empresas forestales dan dos posibilidades para invertir, una es la compra de plantaciones y otra la de acciones de sociedades creadas en exclusiva para cada finca. Según la compañía forestal, la oferta en especies arbóreas y su precio varían. La inversión típica de un lote forestal de nogales, que consta de unos 10 árboles, puede ascender a 4.200 euros y su ciclo productivo es de 20 años. También se puede comprar un conjunto de árboles más económico, como un lote de siete castaños por unos 2.100 euros y con un ciclo productivo de 25 años. Otra inversión que puede llevarse a cabo es la compra de 100 eucaliptos al precio de 3.000 euros. Por su parte, la compra de 20 árboles de teca puede suponer un desembolso de 7.500 euros.
En cuanto a los beneficios que se pueden obtener de este tipo de inversión, las empresas forestales recalcan que no ofrecen ningún producto financiero y que las ganancias se generan en función del volumen de madera que se obtenga y de la evolución de su precio en el momento de la venta. Por ello, es un mercado con mucha menor liquidez que los mercados financieros. Aunque el precio de la madera ha experimentado subidas en los últimos años, conviene no olvidar la máxima que dice que las rentabilidades pasadas no garantizan las rentabilidades futuras. Es una inversión ecológica muy atractiva pero, al ser a largo plazo, siempre conlleva un riesgo.
La fiscalidad de invertir en bosques
Con respecto a la fiscalidad, la plusvalía que se obtiene por la venta de la madera tributa, según el tipo impositivo actual, al 18%. El apartado segundo del artículo 334 del Código Civil establece que los árboles son bienes inmuebles. Por tener esta consideración, soportan el mismo tratamiento fiscal que estos y ello tiene que reflejarse, como ganancia patrimonial, en la declaración del IRPF del año siguiente al que se vende la madera.
Las compañías forestales son empresas de inversión en bienes tangibles. Algunas de ellas son de capital español:
Bosques Naturales, constituida en 1996, cultiva el cerezo y el nogal en fincas de Cáceres, La Coruña, Gerona, Toledo, Cuenca y Navarra.
Maderas Nobles dispone de fincas en Albacete y Pontevedra, donde cultiva el nogal, el castaño y el cerezo, entre otras especies.
EcoBosques cultiva especies como la teca, el roble australiano y el eucalipto en terrenos de Costa Rica y Argentina.