Ni el más insensato de los ingenuos entregaría las llaves de su coche o de su casa a un desconocido, ni confiaría en alguien que le promete ganar montañas de dinero sin apenas esfuerzo ni riesgo. Entonces, ¿por qué parece que bajamos la guardia y nos convertimos en incautos desprevenidos cuando navegamos por Internet? En un país como el nuestro, en el que hay más de 12 millones de personas mayores de 14 años usuarias habituales de Internet, se registraron en 2010 casi 4.000 casos de fraude, el doble que el año anterior, según el informe elaborado por la compañía de seguridad digital S21 sec.
Trabajar en un ordenador seguro
Por sorprendente que pueda parecer, en pleno siglo XXI hay millones de personas que jamás han instalado programas antivirus en su ordenador. Sin embargo, no arriesgan más que el resto. En general, son usuarios cautos y buenos conocedores de la Red, que siguen todas las recomendaciones de seguridad y se informan mediante las denominadas «listas blancas» de las páginas por las cuales se puede navegar con garantías. No obstante, con el fin de navegar con la máxima seguridad, el mercado ofrece programas informáticos diseñados específicamente para proteger al usuario frente a sistemas maliciosos:
Cortafuegos o «firewall»: equivale a una primera protección ante la descarga de determinados programas en el ordenador. Avisa en caso de sospecha y mantiene un registro del nivel de seguridad del PC. Loscortafuegos detectan y advierten sobre los programas que quieren conectarse a Internet para que el usuario pueda negarles el acceso a la Red si no le resultan conocidos. El sistema operativo Windows es el más vulnerable a los ataques con software malicioso. Dispone de su propio cortafuegos y funciona bien, pero merece la pena estudiar otras alternativas, tanto de pago como gratuitas, que también obtienen buenos resultados, como Zone Alarm.
Programas antiespía: el segundo nivel de seguridad es la instalación de sistemas antiespía. Los espías son programas tóxicos que cuando desembarcan en un ordenador inspeccionan los historiales de navegación y hábitos del usuario para después bombardearle con publicidad, de acuerdo a su perfil de usuario y consumidor. El internauta comprueba que, de repente, se le llena el correo electrónico de spam o comienzan a saltar ventanas emergentes con publicidad de todo tipo. Además de estas molestias, cuando un ordenador se carga de estos programas malvados, su funcionamiento comienza a ser mucho más lento. Entre los antiespía gratuitos más sencillos de conseguir, cuya misión es revisar el aparato en busca de esta amenaza y eliminarlos con rapidez de manera que en menos de media hora el ordenador funcione con normalidad, destacan Ad-Awarey SpyBot. Ambos mantienen un control estricto sobre los programas que se descargan al ordenador, aunque también gana adeptos otra aplicación eficaz, Ccleaner.
Los antivirus:el tercer nivel de seguridad, y más discutido, lo constituyen los programas antivirus. Los primeros virus surgieron cuando determinados hackers crearon programas que causaban problemas, pero resultaban inofensivos. Eran más bien pruebas de ingenio y gamberradas en las que demostraban su pericia. Hoy, algunos hackers son auténticos delincuentes. A los creadores de estos programas-trampa no les mueve superar retos técnicos o intelectuales, ni presumir de sus habilidades, ni cometer gamberradas sin propósito pecuniario; les mueve ganar dinero aunque sea mediante delitos. Ahora apenas hay virus destructivos desinteresados, sino que priman desarrollos contaminantes como los que crean programas espía y publicidad no deseada. Por ello, muchos usuarios se cuestionan la conveniencia de usar programas antivirus cuando, con los programas antes descritos, ya se logra una cuota de seguridad eficaz.
Nunca está de más instalar un antivirus en nuestro equipo profesional, aunque para un usuario privado quizá es excesivo el gasto. Los programas de pago tienen sentido en las complejas redes de ordenadores corporativos, pero para los PC individuales hay antivirus apropiados en Internet que son gratuitos, como Avira Antivir Personal. Este se instala con facilidad y se actualiza con cierta periodicidad para mantenerse al día respecto a los nuevos desarrollos delictivos.
Hacer copias de seguridad: el uso de antivirus se complementa con la realización periódica de copias de seguridad de los datos importantes que se hallen en el disco duro del ordenador, por lo que conviene disponer de un disco duro externo que albergue estas copias o contratar un servicio de este tipo en Internet, que sincronice automáticamente cada nuevo dato con un servidor, como Drop Box o Syncplicity.
Seguridad frente a las estafas
Las estafas en Internet se conocen como «phishing» y llegan por dos vías: correo electrónico y páginas web engañosas. Con frecuencia, ambas se combinan para dar mayor verosimilitud a la estafa. En el caso de los bancos, es usual recibir correos en apariencia procedentes de los principales bancos nacionales.
Es usual recibir correos en apariencia procedentes de los principales bancos nacionales
El usuario ni siquiera llega a ver muchos de ellos porque el mismo servicio de correo los envía de forma automática a la carpeta de spam. Por norma, nunca se debe abrir un correo originario de un banco ni de ninguna otra entidad crediticia, salvo si aparece la dirección de correo de una persona conocida de la entidad.
No obstante, incluso en estos casos, conviene ponerse en contacto telefónico o personal para confirmar el envío. En caso de que, llevados por la curiosidad, abramos estos correos, se podrá comprobar que dirigen a páginas web de entidades bancarias, páginas falsas donde pedirán nuestros datos bancarios o las claves de acceso a nuestra página personal del banco. Jamás dejemos datos nuestros en ellas. Recordemos que en los principales navegadores se pueden activar filtros para identificar estas páginas.
Proteger los datos personales
La protección de los datos personales en la Red no se puede descuidar, puesto que la proliferación de servicios y redes sociales en las que participan numerosas personas pone en juego nuestra intimidad. Siempre que alguien se apunta a una nueva red social, o usa un determinado servicio en la Red, se registra y deja sus datos en manos de terceros. Se confía en que las empresas a las cuales hacemos conocedoras de nuestra identidad la guardarán según establece la ley, pero en numerosas ocasiones los usuarios desconocen a los responsables de dar a estos datos solo los usos permitidos.
Siempre que alguien se apunta a una nueva red social, se registra y deja sus datos en manos de terceros
Por esta razón, antes de depositar datos personales en un servicio, hay que asegurarse de que este sigue una política de confidencialidad, de acuerdo a la ley de protección de datos del país donde la empresa tenga su sede. Conviene comprobar, por otro lado, que muestra un claro compromiso en no hacer un mal uso de estos datos. En general, se puede averiguar si la empresa es de confianza a través del apartado «Aviso Legal», un espacio que debe estar bien visible.
En el momento de mostrar datos, imágenes y otras informaciones personales en estas redes sociales, no se debe bajar la guardia. En ocasiones, con el fin de comunicarse con los demás miembros de una determinada red, los usuarios dejan información y opiniones sensibles que se quedan grabadas en los servidores de la compañía propietaria.
Estos datos pueden ser difíciles de borrar y, en un momento dado, convertirse en una pesadilla para el usuario. Por lo tanto, se pueden dejar determinadas «informaciones blancas», sin mala intención, en Facebook, MySpace o Tuenti, o en foros de Internet, pero otras jamás deben mostrarse de forma pública, como los comentarios perniciosos acerca del jefe o la empresa, la publicación de fotos comprometidas o las críticas a determinados amigos, porque quienes menos nos conviene que lo hagan pueden obtener con cierta facilidad esta información y darle el uso que más nos perjudique.
Lo escrito o publicado en Internet nunca es del todo privado, sino que queda registrado durante un periodo largo, no se borra y hay que ser muy conscientes de que esa información, ese comentario o esa foto comprometida, pueden volver a nuestra vida en el momento más inesperado e inoportuno.