La calidad del aire de las ciudades es mala, pero la del interior de casa puede ser peor. Diversos estudios señalan que el nivel de contaminación de las viviendas puede ser varias veces superior al del exterior. Ofrecemos cuatro consejos que ayudan a mejorar el aire que respiramos en los hogares y a reducir los posibles riesgos medioambientales y sanitarios.
Ventilar bien toda la casa
Una casa sin ventilación puede concentrar diversas sustancias contaminantes. Algunos gases, como el monóxido de carbono o el radón, causan todos los años miles de muertos en todo el mundo. Los compuestos orgánicos volátiles (COV) pueden provocar diversas enfermedades como el cáncer. Abrir las ventanas y dejar que se aireen las habitaciones varias veces al día durante unos minutos es una manera sencilla y eficaz de librarse de ellos. El uso de extractores de humos o ventiladores dirigidos al exterior también pueden ayudar. Asimismo, conviene realizar exámenes periódicos del sistema de aire acondicionado para comprobar su eficacia.
Airear las habitaciones es una manera sencilla y eficaz de librarse de posibles contaminantesLos niveles altos de humedad aumentan el crecimiento de diversos microorganismos que pueden provocar tos o ataques de asma en personas con alergias. Las actividades normales diarias del hogar, como cocinar, lavar la ropa o ducharse producen vapor de agua. Por ello, después de realizar estas actividades conviene también ventilar la cocina o el baño para eliminar la humedad del aire. El uso de deshumidificadores puede ayudar, siempre que estén en perfectas condiciones.
Evitar el uso de productos tóxicos
Los consumidores utilizan productos de uso cotidiano que pueden emitir en el ambiente sustancias nocivas. Una de ellas es el formaldehído, un componente que se ha generalizado en productos tan diversos como materiales de construcción, pinturas, prendas textiles o servilletas de celulosa. La utilización de materiales de madera maciza o fibras naturales puede ayudar a reducir su uso.
Los productos de limpieza industriales pueden contener sustancias nocivas, como el cloro o el amoniaco, que provocan gases irritantes, y el vertido de algunas de estas sustancias en la naturaleza puede dañar a los seres vivos. Una alternativa es poner en práctica una serie de trucos de limpieza caseros y ecológicos, capaces de dar buenos resultados y ahorrar dinero.
Prohibir fumar
Si se ha prohibido fumar en el interior de los establecimientos públicos, los propietarios de las casas tendrían que hacer lo mismo para cuidar la salud de sus inquilinos. El tabaco no solo afecta a los fumadores, sino también a las personas de su entorno. El humo perjudica a los fumadores pasivos durante y después de su propagación, ya que se queda impregnado en los diferentes elementos de la casa.
Identificar y eliminar posibles contaminantes
Las casas antiguas pueden tener materiales nocivos como pinturas con plomo o amianto. Lo idóneo sería sustituir estos materiales por otros que eliminen posibles consecuencias negativas para la salud. Si se pinta la casa, hay que utilizar pinturas con el menor grado de toxicidad posible y, una vez terminado, dejar un largo tiempo ventiladas las habitaciones.
Las cocinas y las estufas de gas, carbón o leña también pueden emitir gases contaminantes y nocivos para la salud, como los óxidos de nitrógeno. Si no se tiene pensado sustituir estos sistemas, al menos, hay que ventilar con frecuencia los espacios donde estén ubicados.
Las alfombras atrapan diversas partículas contaminantes, ácaros o suciedad, así que conviene reducir su presencia en lo posible. A las alfombras que queden hay que pasarles con frecuencia la aspiradora para mantenerlas limpias.
En el garaje hay que evitar tener el coche en marcha porque los gases del tubo de escape en este pequeño y cerrado espacio pueden ser muy perjudiciales. Los sensores de detección de gases nocivos pueden ser muy útiles para evitar intoxicaciones.