El Estatuto del Estudiante Universitario atribuye a las labores de voluntariado y cooperación al desarrollo el reconocimiento de créditos. Por este motivo, los estudiantes que desempeñen estas tareas, no solo contribuyen a un mundo más justo y solidario, sino que además se benefician en sus estudios. Los alumnos tienen la oportunidad de aplicar sus conocimientos en un entorno real, mejorar su formación académica y adquirir unos valores que no siempre se transmiten en el aula.
Estudios y voluntariado son aliados. La formación de estos jóvenes es muy valiosa para las Organizaciones No Gubernamentales, pero también para ellos. Quienes se decidan a tomar parte en proyectos sociales y de cooperación al desarrollo tienen el derecho de convalidar el tiempo invertido por créditos.
El Estatuto del Estudiante Universitario, aprobado a finales de 2010, anima a las universidades a «reunir las condiciones que garanticen la presencia de los valores que promueven», para que estos formen parte de la formación integral de los estudiantes. Para ello, estima necesario que fomenten la participación de los estudiantes, las actividades de participación social, voluntariado y cooperación al desarrollo, así como los aprendizajes académicos y la realización del practicum (obligatorio en algunas titulaciones) en proyectos solidarios.
En este último caso, se pretende que los alumnos universitarios «puedan poner en juego las capacidades adquiridas durante sus estudios». Para ello, se considera fundamental que los centros favorezcan la realización de prácticas de responsabilidad social y ciudadana «que combinen aprendizajes académicos en las diferentes titulaciones con prestación de servicio en la comunidad». Se busca así la mejora de la calidad de vida y la inclusión social de los ciudadanos que conforman el entorno del estudiante.
Derechos y deberes de los estudiantes voluntarios
El Real Decreto 1791/2010, de 30 de diciembre, por el que se aprueba el citado Estatuto, recoge un capítulo exclusivo dedicado a las actividades de participación social y cooperación al desarrollo de los estudiantes. En él, se regula que la labor de la universidad en esta área está «estrechamente vinculada a su ámbito propio de actuación: la docencia, la investigación y la transferencia de conocimiento». Considera que estas cuestiones garantizan una formación integral, así como «una mejor comprensión de los problemas que amenazan la consecución de un desarrollo humano y sostenible a escala local y universal«.
Los compromisos básicos de la universidad en estos campos, según este documento, son el asesoramiento científico y profesional, junto con la sensibilización de la comunidad universitaria y su entorno. Por este motivo, se reconocen una serie de derechos y deberes a los estudiantes:
Derecho a solicitar la incorporación a las actividades de participación social y cooperación al desarrollo, planificadas por la universidad y publicitadas con los correspondientes criterios de selección.
Derecho a recibir formación gratuita para el desarrollo de actividades de participación social y cooperación en el marco de los convenios de colaboración suscritos por la universidad.
Deber de participar en las actividades formativas diseñadas para un correcto desarrollo de las actividades de participación social y cooperación al desarrollo, en las que soliciten colaborar.
Derecho a disponer de una acreditación como voluntarios y/o cooperantes que les habilite e identifique para el desarrollo de su actividad.
Derecho a que la universidad les expida un certificado que acredite los servicios prestados en participación social y voluntariado, además de: fecha, duración y naturaleza de la prestación efectuada por el estudiante en su condición de voluntario o cooperante.
Tipos de voluntariado
Las tareas que pueden realizar los estudiantes son tantas como las titulaciones impartidas y los intereses de cada uno. Lo más adecuado es consultar directamente en los centros universitarios o con los docentes, ya que cada vez es más frecuente la firma de convenios con organizaciones sociales para la realización de prácticas. Pero además, los estudiantes se pueden dirigir a la ONG que estimen oportuna para conocer qué actividades podrían desempeñar en la misma y consultar en su universidad la futura convalidación de créditos. Algunas de las opciones son las siguientes:
Voluntariado económico. Los conocimientos de contabilidad, elaboración de presupuestos, realización de gestiones administrativas, solicitud de subvenciones, cuentas anuales, marketing, recursos humanos o seguros se valoran en cualquier ONG. Además, los profesionales con formación en materia empresarial son excelentes asesores de personas emprendedoras. Economistas sin Fronteras, con varias delegaciones en el país, propone tareas en secretaría técnica, Responsabilidad Social Corporativa (RSC), sensibilización, vivero de empresas y cooperación.
Voluntariado agrónomo. Los estudiantes de agronomía, montes, cartografía o topografía que realizan el proyecto de fin de carrera tienen la oportunidad de colaborar con Agrónomos Sin Fronteras. Los proyectos se llevan a cabo en España (oficina central de Madrid) y en el extranjero. Los alumnos acuden al mismo lugar donde se realiza la acción para la cual han colaborado: construcción de módulos de ganadería, inventarios forestales, estudios de suelo, ensayos de cultivos, implementación de sistemas de riego o planes de ordenación forestal, entre otros muchos.
Voluntariado social. Personas mayores, sin hogar, con discapacidad, inmigrantes o menores se benefician de la ayuda que prestan los estudiantes de carreras relacionadas con estos ámbitos. La Red de Entidades de Acción Voluntaria (REDAV) ha firmado convenios con colegios profesionales para fomentar el voluntariado entre los propios asociados.
Traductores voluntarios. Los alumnos de esta titulación o de diferentes filologías, así como quienes dominen uno o varios idiomas extranjeros, pueden realizar prácticas en traducción de textos, comunicación con organizaciones de todo el mundo o atención a personas inmigrantes que no hablan español.
Otras opciones afectan a estudiantes de Psicología, que pueden atender a personas enfermas en hospitales; estudiantes de Fisioterapia, muy válidos para apoyar a personas con discapacidad; estudiantes de materias geriátricas para acompañar a personas mayores; o estudiantes de Informática, óptimos para el voluntariado on line y, en especial, para el desarrollo de páginas web o su mantenimiento.