Los cachorros son impulsivos y se descontrolan con facilidad: carreras, mordisqueos, ladridos. Es normal y consustancial a su edad, pero hay que educar a los perros desde jóvenes para que aprendan conductas adecuadas que les permitan convivir en su entorno. De lo contrario, pueden surgir problemas de conducta y de convivencia en casa.
Los cachorros necesitan jugar, es su forma de aprender los comportamientos que les servirán para sobrevivir cuando sean adultos.
Los dueños pueden aprovechar los juegos con el animal para enseñarle normas sobre comportamiento social
Con el juego, aprenden a relacionarse y comunicarse con sus congéneres y familia humana. No obstante, cuando el cachorro crece, lo normal es que la impulsividad disminuya y el perro aprenda a estar más tranquilo. Si el animal es muy nervioso, tardará más en controlar su forma brusca de jugar. Por eso, los dueños pueden aprovechar los juegos con el animal para enseñarle normas sociales y ubicarle de manera correcta en la jerarquía familiar.
Socialización del cachorro
Las primeras semanas de vida son imprescindibles para que el perro se socialice de manera correcta. La camada es fundamental para aprender cómo jugar y relacionarse con sus congéneres. Por ello, cuanto más tiempo pase el cachorro con sus hermanos y su madre, mejor desarrollará sus capacidades sociales y emocionales.
En el momento del juego, el jefe de la manada (el dueño) es quien decide a qué jugar y cuándo empieza y acaba el momento de ocio, pero lo más importante es dedicar tiempo a jugar con el cachorro. Es posible que el perro tienda a descontrolarse cuando juega, mordisquee las manos o corra sin parar. Frente a esta situación, hay que reprenderle con un «no» enérgico o interrumpir el juego y reanudarlo cuando ha transcurrido un tiempo y se ha calmado. Esta conducta no se puede pasar por alto, aunque sea un cachorro. Hay que comenzar a atajarla cuanto antes para sentar las bases sobre quién manda y para instaurar unas normas básicas de comportamiento.
Los cachorros y los juguetes
Los juguetes son una herramienta estupenda para educar a los cachorros y hacerles comprender de manera sencilla y divertida cuál es la jerarquía correcta en casa. Cuando el perro tiene acceso libre a los juguetes, es más difícil dejar claro que somos los «líderes de la manada». Además, el perro pierde interés por los juguetes que los dueños le ofrecen como recompensa. Lo recomendable es recoger los juguetes cuando acaba el juego. De esta manera, el perro comprenderá que los juguetes son del jefe de la manada (dueños) y que solo puede disfrutar de ellos cuando sus dueños lo estimen oportuno.
Qué no se debe hacer con el cachorro
No hay que fomentar los juegos que impliquen fuerza física, peleas o brusquedades. Es más recomendable jugar con una pelota o un juguete para lanzarlos y que los recoja. No es aconsejable tirar del juguete cuando el perro lo tiene en la boca, porque se caerá en el error de los juegos bruscos. No hay que permitir que el perro juegue de manera descontrolada, sino que se debe corregirle tantas veces como sea necesario.
Por otro lado, no se deben iniciar juegos cuando el perro está demasiado nervioso. Por el contrario, sí jugaremos con él cuando muestre una actitud adecuada, como estar tranquilo y mostrarse colaborador y obediente. De esta manera, asociará forma correcta de jugar con recompensa y corregirá su actitud descontrolada.
Para los perros muy nerviosos, se recomiendan deportes como el llamado Agility
Hay que tener claras las normas que queremos que cumpla el perro. Se le podrán transmitir con más claridad y las entenderá con más facilidad. Las órdenes tienen que ser claras y sin contradicciones. No podemos dejar que el perro se suba en la cama de manera habitual y, un buen día, darle la orden contraria. Hay que ser coherentes. Un perro tiene mayor capacidad para aprender en los primeros meses de vida. Cuanto mayor sea, más complicado será manejarle y hacerle acatar las normas básicas de convivencia.
Los cachorros y el juego de la pelota
Para los perros especialmente nerviosos, se recomienda un deporte llamado Agility, que consiste en saltar obstáculos, subir escaleras, atravesar tubos y correr. Con este tipo de actividad, el perro dará rienda suelta a su exceso de energía.
Un juego sencillo y muy popular, el de lanzar la pelota para que el perro corra a por ella, puede ayudar a enseñar al perro ciertas normas de comportamiento, pero hay que seguir unas pautas para que resulte efectivo:
- Antes de iniciar el juego, ordenar al perro que se siente enfrente de los dueños.
- Se lanza la pelota, se le llama para que regrese y se espera en cuclillas, con las manos apoyadas en las rodillas, hasta que el cachorro regresa.
- Cuando llega, se le pide que suelte la pelota antes de seguir con el juego. No hay que arrancarle la pelota de la boca. El perro debe aprender a calmarse y soltarla cuando se le ordena.
- Si no hace caso, se acaba el juego y se le ignora.
Comenzar con la educación del cachorro desde el primer día.
No tolerar ciertas pautas de comportamiento, como mordisqueo de manos o la desobediencia.
Aprovechar los ratos de juego con el cachorro para inculcarle normas básicas de obediencia como: “siéntate”, “quieto” o “ven”.
Evitar los juegos bruscos que promuevan el descontrol y nerviosismo del cachorro.
Las normas que se pretenden inculcar al perro tienen que ser claras y coherentes.