Si su perro tiene el sueño muy ligero, se descontrola al jugar con otros perros, no aprende a hacer sus necesidades en el lugar y momento adecuados o es un comedor compulsivo, incluso de objetos, puede ser que tenga un perro hiperactivo en casa. Reconocer la hiperactividad canina, saber que los cachorros son hiperactivos por naturaleza y actuar de forma correcta son las claves para conocer esta enfermedad del perro.
Siete síntomas de hiperactividad canina
Detectar la hiperactividad en el perro requiere conocer una serie de síntomas, frecuentes en el can con esta enfermedad.
Ladra, gime, destroza y come objetos a su paso. No discierne entre lo que es comestible y lo que no. Puede ingerir un calcetín o un plato de pienso con la misma avidez.
Aunque esté atento, no es capaz de concentrarse. Cuando se le da una orden, como «siéntate», mira a quien la emite, pero parece no escuchar y, lejos de obedecer la orden, hará algo totalmente diferente, como correr.
Reacciona al menor ruido, incluso al dormir. Es un perro muy reactivo, reacciona de manera exagerada frente a cualquier estímulo. Si oye un ruido, como el de la aspiradora, es posible que tenga un ataque de ansiedad o que se muestre demasiado excitado o nervioso.
No aprende lo que se le enseña. A pesar de que sus dueños dediquen tiempo y esfuerzo para enseñarle normas básicas, como acudir a una llamada, el perro no retiene la información sobre qué hacer. Por ello, es probable que se confunda un perro hiperactivo sin diagnosticar con un animal desobediente.
No controla esfínteres. Hará sus necesidades en casa en un momento dado, aunque haya salido a la calle para cubrir esa necesidad.
Cuando juega con otros perros o con sus dueños, se descontrola y muerde sin medir su fuerza.
A menudo es un perro joven, aunque no siempre.
Los cachorros son hiperactivos por naturaleza
La hiperactividad es una enfermedad conocida como déficit de atención o hiperkinesis. Los cachorros tienen una predisposición natural a jugar y moverse, forma parte de su modo de comunicarse y relacionarse. Este tipo de hiperactividad es normal y se corrige con la edad. Un perro con más de dos años, que ya no es ningún cachorro, se mostrará mucho más tranquilo y centrado. Ya ha pasado la edad de las travesuras, por lo que su conducta experimentará notables cambios. En caso contrario, conviene consultar al veterinario.
Diagnóstico de la hiperactividad canina
El diagnóstico de la hiperactividad lo determina el veterinario. Para ello, administra al perro un medicamento cuya reacción es la contraria de la que debería ser: en lugar de excitarlo, lo calma.
Una buena dosis de paciencia es fundamental para lograr una convivencia satisfactoria con un perro hiperactivo
Una vez diagnosticada la hiperactividad, el etólogo clínico es quien mejor puede tratar esta enfermedad. El objetivo es modificar su conducta a través de un programa de psicoterapia con el animal. Pero también puede ser necesaria una medicación específica para paliar la sintomatología de la hiperactividad.
Los expertos no se ponen de acuerdo sobre este tema. Algunos creen que la hiperactividad en perros no existe, mientras que otros opinan que sí y que, además, tiene tratamiento. Este consistiría en «ofrecer al perro herramientas para que no tenga necesidad de recurrir a las conductas desajustadas que van asociadas a la hiperactividad», explica Miguel Ibánez, veterinario experto en comportamiento animal y profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Tratamiento de la hiperactividad canina
Cuando el perro lo demanda de manera inadecuada, no hemos de ofrecerle atención, juegos o premios. Esto quiere decir que si el animal nos mordisquea las manos, se pone nervioso o ladra de manera compulsiva, no hemos de satisfacer sus demandas.
El etólogo clínico es quien mejor puede tratar esta enfermedad
Otra buena idea es darle la posibilidad de hacer ejercicio en espacios amplios para que pueda liberar su exceso de energía. Deportes como el agility (circuito con obstáculos) ayudan a conseguirlo. Cuando el perro llega a casa tras un día de intensas carreras, juegos y actividad, estará más relajado y le apetecerá dormir y descansar.
Hemos de intentar reducir al mínimo los estímulos en el lugar donde se educa al perro, porque se distraerá con mucha facilidad. Son perros muy reactivos y, frente a un ruido, la presencia de otros animales o personas desconocidas, se desconcentran y se ponen nerviosos.
Hay que recompensar su comportamiento calmado, en vez de castigar la hiperactividad. El refuerzo positivo puede ser muy eficaz. Si cuando el perro se muestra tranquilo y centrado se le premia con caricias y felicitaciones, además de una galleta canina, se mostrará más motivado al persistir con su comportamiento correcto. También hemos de transmitir al animal que lo ha hecho mal. En este caso, bastará con un rotundo «no» y con mostrar un gesto de desaprobación. No se debe utilizar nunca la violencia con el perro. Una buena dosis de paciencia es fundamental para lograr una convivencia satisfactoria con un perro hiperactivo.
Acudir al veterinario si se detectan síntomas como sueño muy ligero, descontrol al jugar con otros perros y personas, falta de control de esfínteres o ansiedad por comer.
En caso de que se requiera que el perro tome un tratamiento farmacológico, es recomendable seguir las pautas que marque el veterinario en este sentido.
El trabajo con un adiestrador que ayude al perro a seguir ciertas pautas de comportamiento y suavizar conductas inapropiadas puede ayudar a que el perro esté más centrado y a que tenga menos problemas de convivencia con su familia humana y otros animales.
La paciencia y la coherencia son importantes al marcar normas y encauzar al perro hiperactivo en su comportamiento.