Es irremediable. Cada vez que sube un impuesto, como por ejemplo el IVA, como piden con insistencia desde Europa, la primera impresión y lógica que siente el contribuyente es negativa. Aunque el objetivo es fomentar la subida de ingresos del Estado para poder volver a la expansión y dejar atrás la crisis, a corto plazo el incremento de un tributo como el IVA trae consigo numerosos aspectos negativos para los ciudadanos. De entrada, supone la pérdida de poder adquisitivo, lo que puede forzar a “abrocharse el cinturón” un poco más y tener que consumir menos. A continuación se exponen las consecuencias negativas a las que habrá que enfrentarse.
1. Pérdida de poder adquisitivo
El Impuesto sobre el Valor Añadido es un tributo que se aplica a todos los productos y servicios de consumo. Si sube, baja el poder adquisitivo del ciudadano. En este sentido, un incremento del IVA puede compararse con un ascenso de la inflación. Con una subida de este impuesto, se gasta más aunque se consuma lo mismo, lo que implica una pérdida de poder adquisitivo.
2. Menos consumo
Estadísticamente está comprobado que la práctica a la que más se recurre para hacer frente a una subida del IVA es reducir el consumo. Es lo que se llama de manera popular «abrocharse el cinturón». Dejar de comprar ciertos bienes o servicios y, sobre todo, reducir a la mínima expresión los caprichos pueden ser algunas de las consecuencias a las que aboque un incremento del Impuesto sobre el Valos Añadido.
La práctica a la que más se recurre para hacer frente a una subida del IVA es reducir el consumo
Todos los manuales de economía admiten que el IVA es un impuesto que penaliza el consumo, ya que grava a todos los productos y servicios que se pueden comprar. De este modo, los que más consumen, más dinero dedicarán a pagar el incremento del tributo.
3. Los pobres, más pobres
El IVA afecta a todos los ciudadanos, a todas las personas y empresas que consumen bienes y servicios. Se trata de un tributo que grava a todos, y más a quienes cuentan con un menor nivel adquisitivo o menores ingresos. De forma proporcional, los hogares con las rentas más bajas deben dedicar un mayor porcentaje de sus ingresos a la compra de productos que las familias de rentas medio-altas.
4. Más paro y menos inversión
Si un incremento del IVA derivase en menos consumo, el efecto dominó de esta práctica desembocaría en menos inversiones empresariales y, como consecuencia, se generaría más paro.
Con un IVA más alto, la compra de viviendas seguirá sin animarse
En un ciclo económico depresivo, una subida de impuestos se afronta con una postura defensiva por parte de los ciudadanos que están muy volcados en gastar lo justo «por lo que pueda pasar».
El fantasma del paro acecha, con lo que el consumo se debilita. Una subida de impuestos agrava aún más esta situación. En este escenario, las empresas optan por aplazar cualquier plan de expansión, ya que tienen que dedicar más recursos a la compra de bienes y servicios. Sin inversión, no se pueden generar nuevos puestos de trabajo. La espiral destructiva puede ser interminable.
5. Otro golpe a la compra de vivienda
Hasta ahora, la compra de vivienda nueva estaba gravada con un IVA superreducido del 4%, una práctica casi insostenible, teniendo en cuenta las recomendaciones de Bruselas.
Los socios de la Unión Europea se han mostrado muy críticos con este nivel que en teoría solo puede aplicarse en caso de viviendas sociales. Con un IVA más alto, la compra de viviendas, algo fundamental para la recuperación económica, seguirá sin animarse.
6. Adiós a los tipos superreducidos
Hasta ahora, España era uno de los pocos países europeos que contaba con tipos reducidos (del 8%) y superreducidos (4%) de IVA. Sin embargo, con el ánimo de elevar la recaudación de ingresos públicos, estos privilegios van a desaparecer. El Gobierno ya ha anunciado que estudia cambiar en una amplia gama de productos el IVA superreducido y el reducido al normal (del 18%).
Los sectores afectados serán el transporte, los servicios de hostelería, los espectáculos deportivos y algunos productos alimentarios. El tipo superreducido se aplica a productos de primera necesidad, libros, periódicos y revistas; compra de vivienda habitual y aparatos como prótesis o sillas de ruedas.