El clicker es una sencilla caja de tamaño pequeño -cabe en la palma de la mano-, que al pulsarla emite un clic. Este rudimentario mecanismo hace estragos entre los educadores de perros y entre los propietarios, que la utilizan para enseñar al can determinadas acciones, como hacer piruetas o quedarse sentado, o bien útiles habilidades, como en el caso de los perros de asistencia. Las etapas del entrenamiento con el clicker incluyen los premios con comida, seguidos de un sonoro clic. Sin embargo, no todo son ventajas en el uso de este artilugio: no funciona para corregir a un animal agresivo, ni es válido para todos los perros.
Clicker, un método para enseñar destrezas
El clicker toma su nombre de una banda metálica localizada en su interior, que emite un clic al pulsarla. Un sistema tan rudimentario como ese. Sin embargo, este artilugio ha supuesto una revolución en el mundo del adiestramiento del perro. Sus partidarios afirman que es un método efectivo -y rápido- para que el can aprenda destrezas: desde quedarse sentado o dar la pata, hasta hacer una pirueta.
Para un uso adecuado del clicker, se necesita que el perro asocie su sonido con un estímulo positivo
Del éxito de este sencillo instrumento en el mundo de la enseñanza canina sabe mucho Julie Penders, en cuya tienda especializada en artilugios de adiestramiento (centro canino MirandaOla, en Navarra), las ventas del clicker han aumentado de manera constante en el último quinquenio. La demanda es tal, que este año han incrementado la variedad de modelos hasta superar la decena. Los hay de distintos colores o que permiten modular el sonido que emiten, e incluso, algunos cuidan (mucho) su aspecto estético.
A pesar del auge de este tipo de artilugios entre los propietarios de perros, Penders advierte de que pulsar el clicker no siempre es suficiente para lograr el comportamiento deseado. «Se necesita paciencia, que el animal asocie su sonido con un estímulo positivo -en este caso, comida- y formación o asesoramiento profesional», señala esta especialista.
Funcionamiento del clicker con el perro
El lote clásico para iniciarse en este entrenamiento con el perro incluye el clicker (desde unos cuatro euros) y un bolso donde guardar los premios comestibles que se reparten al lograr del can la respuesta deseada. Conviene hacerse también con un libro de iniciación a la técnica o, mejor aún, contar con asesoramiento de un adiestrador. Pero lo más importante para tener éxito es que se vea, en cualquier caso, como un «juego por parte del perro», señala Penders.
El mecanismo del clicker se basa en el aprendizaje a través de estímulos con el que experimentó Pávlov
El éxito del clicker es un viejo conocido. Su funcionamiento se basa en el mismo proceso de aprendizaje positivo con el que experimentó, hace ya un siglo, Iván Pávlov. Este científico ruso descubrió que sus perros salivaban cuando él hacía sonar una campanilla, ya que la relacionaban con el momento de comer.
«El clicker es una asociación pavloviana de lo más clásica», asegura Penders. Ahora la campanilla se ha sustituido por un clic, pero igual que hicieron los perros de Pávlov, los canes adiestrados asocian este sonido con un estímulo positivo. Por ello, este artilugio «permite enseñar al perro todo lo que él haría por lograr un alimento», añade esta educadora canina.
Etapas del entrenamiento con el clicker
El adiestramiento pasa por cuatro etapas de aprendizaje. En la primera, al sonido del clicker le acompaña un premio comestible («siempre en ese orden, primero clic y después premio», advierte Penders). En la segunda, se utiliza el aparato sin comida. En la tercera fase, se prescinde tanto del artilugio como del premio. Y en la cuarta etapa, «solo de vez en cuando, hay que volver a utilizar el clicker, con o sin comida, para reforzar el aprendizaje y evitar que se olvide».
El aparato funciona mejor para enseñar habilidades que para corregir conductas negativas
Ricardo Antón, adiestrador canino y autor del blog Educando a mi perro, afirma que el clicker es «una herramienta útil para enseñar nuevas habilidades al perro». En su opinión, es más eficiente para adiestramientos específicos que para enseñanzas de obediencia básicas, «como en el caso de perros de asistencia, que deben aprender a abrir una puerta o recoger objetos del suelo». Según este educador, el clicker no es tan útil para lograr que el can deje de tirar de la correa o acuda a nuestra llamada, entre otras cosas.
Una vez que el perro ha aprendido la acción, explica Antón (en la imagen superior, junto con su perro Biotz), «se deben introducir distintos comandos asociados», como «coge», «abre» o «luz», que poco a poco sustituyan al clic. La idea es que la necesidad de usar el aparato desaparezca, de forma paulatina, «hasta que el perro realice la acción aprendida solo con el comando asociado», añade.
Para Antón, el clicker tiene, no obstante, una gran ventaja frente a otros métodos: «Es muy preciso, ya que permite premiar justo la conducta que queremos». Esta exactitud facilita que nuestro amigo aprenda rápido y explica el éxito de este método. «Lo normal es que los perros lo entiendan muy rápido», afirma la etóloga canina Davinia González, autora del blog Educación canina en positivo.
Desventajas en el uso del clicker con el perro
A pesar de su gran aceptación, no todo es positivo respecto al aprendizaje a golpe de clic. Un cachorro inquieto y ansioso por naturaleza puede excitarse de forma desmesurada ante el sonido y su posterior premio. «Ocurre que, a causa de los nervios, el pequeño puede perder el comportamiento aprendido», describe González, quien en estos casos prefiere sustituir el artilugio manual por su propia voz.
La falta de experiencia, o no contar con el apoyo de un adiestrador, es otro motivo de fracaso. «El problema del clicker es que su utilización parece sencilla, lo que explica que sea tan común. Pero, como todo instrumento, si no se sabe utilizar, puede tener consecuencias negativas«, advierte Antón. Uno de los errores clásicos es transmitir «sensaciones negativas o de enfado» a la mascota, asegura el educador, lo cual obstaculiza el aprendizaje.
En otros casos, el perro puede no sentirse atraído por el premio que le ofrecemos y hay que encontrar otra motivación. «Puede ser una pelota u otra conducta que al perro le guste» y que, una vez detectada, «se aprovechará para trabajar con el can».
Además, a golpe de clic no se consigue cualquier cosa de un animal. Aunque la educadora canina Julie Penders se reconoce «muy a favor» del adiestramiento con este aparato, también admite que tiene algunas «limitaciones«. «No funciona para adiestrar a perros de caza ni para eliminar una conducta agresiva«, asegura. Para Penders, la clave está en lo atractivo que resulte para el perro la conducta que se pretende lograr o corregir. «Si el estímulo del comportamiento que pretendemos cambiar es mayor que la recompensa de la comida y el clic, no habrá nada que hacer», concluye.
El perro (como las personas) saliva cuando espera recibir un alimento tras un estímulo, en este caso, un sonido. El científico ruso Iván Pávlov lo demostró hace un siglo. Y para ello utilizó una campanilla. Así nacía la teoría del condicionamiento clásico o reflejo condicionado. El mismo mecanismo neuronal que se desencadena tras pulsar el clicker. El perro escucha su sonido, saliva y espera su premio comestible.
Aunque distintos psicólogos y etólogos experimentaron con el clicker o aparatos similares hacia mediados del siglo XX (entre ellos, Breland Bailey y Skinner), el artilugio no comenzó a divulgarse hasta que la bióloga estadounidense Karen Pryor (Nueva York, 1932) lo popularizó. Su libro, ‘Introducción al adiestramiento con el clicker’ (Autor-Editor, 2000) se considera el manual básico imprescindible para todo aquel que desee adentrarse en el mundo de la enseñanza canina a golpe de clic. Para profundizar, los especialistas recomiendan seguir con ‘¡No le mates… enséñale!’, también de Pryor, con cerca de 11.000 ejemplares vendidos solo en España (KNS ediciones, 2006).