Cada vez más personas se animan a cultivar un huerto urbano. Entrar en contacto con la naturaleza, tener un hobby saludable, cultivar y saborear sus propias frutas, verduras y hortalizas o ahorrar dinero en la compra son algunos de los motivos que lo explican. Aunque no hace falta ser un experto horticultor, sí es necesario tener unos conocimientos mínimos para poder obtener resultados y no salir defraudado. Este artículo ofrece seis consejos para tener un buen huerto urbano.
1. Conseguir un terreno cultivable
Parece obvio, pero no lo es tanto. Para cultivar un huerto, se necesita un terreno apropiado y que esté disponible legalmente. Lo lógico es empezar por lo más cercano: si nuestra comunidad posee una zona verde, se puede consultar al resto de vecinos por la posibilidad de transformarlo en un huerto para disfrute de todos.
Un huerto urbano no requiere ser un profesional, pero sí unos mínimos cuidados para mantener la plantación y obtener una cosecha en condicionesOtra opción es descubrir en el entorno terrenos abandonados o sin uso. Si se trata de una zona pública, conviene preguntar en el ayuntamiento sobre su disponibilidad. Cada vez más instituciones públicas ofrecen terrenos gratis o por una pequeña cantidad, a cambio de que se aprovechen como huerto urbano por las personas empadronadas en el lugar. Y siempre se puede reclamar, agruparse, formar colectivos ciudadanos para que los responsables institucionales conozcan el interés popular y tomen medidas para ello.
Ahora bien, tampoco hace falta una gran extensión de terreno para convertirse en un horticultor urbano. Unas buenas macetas en el alfeizar de una ventana o una terraza se pueden convertir en un microhuerto. La producción será más pequeña, pero la satisfacción de cultivar y conseguir nuestra propia cosecha será cuando menos similar.
2. Conseguir los materiales básicos
Tras conseguir los materiales, hay que dotarse de un mínimo material de horticultura: semillas, recipientes (pueden reutilizarse cajas o envases alimentarios), abono (puede producirse en casa mediante compostaje), regadera manual o sistema de riego a goteo para los más «manitas», pesticidas (a poder ser naturales), tijeras para podar o cestas de mimbre para recoger la siembra son algunos de los elementos imprescindibles.
3. Aprender trucos para cultivar
Un huerto urbano no requiere convertirse en un profesional, pero sí saber un mínimo para mantener la plantación y obtener una cosecha en condiciones. Los autodidactas pueden decantarse por consultar libros y revistas sobre horticultura, e Internet ofrece mucha información de impulsores de huertos urbanos: Espacio Hogar, un blog con consejos para empezar; 2T_huerting, una empresa especializada en la creación de huertos urbanos; Llévame al huerto, un programa audiovisual on line con tutoriales para aprender a cultivar en ciudad…
Otra opción es apuntarse a un cursillo sobre huertos urbanos que diversas ONG e instituciones públicas ofrecen. Para ello puede ser buena idea acercarse a las que tengamos más cercanas y preguntar. Los cursos pueden ser tanto para adultos como para niños. En este último caso, algunas actividades urbanas educativas y de ocio destinadas a los más pequeños incluyen ya la opción de cultivar huertos. Los centros educativos que asumen la Agenda 21 Escolar tienen en su programa de mejora de la calidad ambiental el desarrollo de huertos en sus instalaciones.
4. Tener en cuenta los riesgos
Las frutas y hortalizas, como cualquier producto fresco, corren el riesgo de contaminarse por patógenos. Por ello, es necesario seguir una adecuada planificación y unas determinadas normas de preparación de la tierra y de manipulación de los alimentos cultivados.
Los terrenos, al estar en un entorno urbano, pueden estar contaminados por sustancias tóxicas. Por eso, conviene evitar las zonas que hayan sido antes industriales, o estén cerca de industrias que pueden emitir vertidos nocivos. Tampoco es recomendable plantar cultivos cerca de carreteras, puesto que las emisiones del tráfico rodado pueden afectar a las cosechas.
5. Compartir el huerto urbano
Las personas que no tengan a su disposición un huerto urbano particular pueden optar por uno compartido. La idea es sencilla: alguien que quiere cultivar contacta con el propietario de una parcela sin utilizar, o viceversa, y llegan a un acuerdo de intercambio en especie (el dueño del terreno, que puede ser tanto un particular como una entidad pública o privada, percibirá parte de la cosecha a cambio de la cesión gratuita de dicha tierra). Para ello se usa un contrato de cesión, que da seguridad jurídica a la relación entre las partes y a la actividad en sí. El proyecto Huertos Compartidos ofrece más información al respecto.
6. Alquilar el huerto urbano
Otra opción para quien no pueda o no quiera tener un huerto urbano en propiedad es el alquiler. Diversas empresas en toda España han puesto en marcha huertos urbanos bajo esta modalidad. Por unos 40 euros al mes, sus usuarios tienen todo lo necesario, desde el sistema de riego hasta los cursos de formación, para facilitar esta tarea.