Un día de playa se puede disfrutar con una simple toalla sobre la cual sentarse o tumbarse. Pero contar con algunos muebles permite una mayor comodidad. Este artículo repasa las características de los muebles de playa más prácticos y la importancia de que sean ligeros y ocupen poco espacio. Y describe las ventajas e inconvenientes de las sillas y tumbonas para relajarse y descansar, mesas que siempre vienen bien y sombrillas para protegerse del sol.
Llega el verano y con él, para muchos, el momento de disfrutar de la playa. Y si bien hay quienes no necesitan más que la arena y el mar, existen algunos complementos que otorgan comodidad para pasar las horas en los arenales. Los principales son los muebles, sobre todo asientos, mesas y sombrillas.
Se debe procurar que los muebles para la playa sean ligeros y pequeños, aunque de este modo se pierda algo de comodidad
En general, lo que se busca es que estos muebles sean prácticos para transportar, tanto para llevar en el coche como para cargar con ellos durante los trayectos que se deban hacer a pie (que a veces resultan algo largos). Para eso, deben cumplir con dos requisitos fundamentales: ser ligeros y ocupar poco espacio.
A continuación se detallan las principales características de estos muebles para llevar a la playa, así como las ventajas y los inconvenientes de cada modelo.
Tumbonas para relajarse y descansar
Las tumbonas son la clase de asiento más idóneo para la playa, el mueble por excelencia para el descanso al aire libre. Permiten un máximo nivel de relajación, ya que, como su nombre indica, es posible tumbarse sobre ellas, apoyar toda la espalda y reposar todo el cuerpo. Los modelos mejor preparados incluyen un mecanismo para regular la reclinación del respaldo y tienen un diseño ergonómico que favorece un mejor descanso.
El aspecto negativo de los diseños más sofisticados es su mayor envergadura y, por lo tanto, mayor peso. Esto las hace menos cómodas para transportar.
Las tumbonas más prácticas para la playa son las de estructura de aluminio o plástico, materiales que resisten muy bien las condiciones climáticas del lugar (sol, viento, etc.) y no pesan mucho. Su vida útil es algo menor, pero también resultan más económicas.
Sillas para llevar a la playa
También se puede optar por sillas. La gran ventaja de muchas de ellas es que ocupan menos espacio que las tumbonas.
Existen incluso modelos plegables muy pequeños, con respaldos de unos 15 o 20 centímetros, pensados de manera específica para que sean sencillos de transportar. Como contrapartida, la comodidad que proporcionan es mucho menor. Se recomienda solo para casos en que se sepa que no se ha de pasar mucho tiempo sobre ellas.
También se pueden llevar a la playa sillas de jardín que se pueden apilar, construidas en material sintético (plástico, resina, etc.). No son plegables y, por lo tanto, ocupan más espacio, pero si se cuenta con un vehículo capaz de transportarlas y no hay que cargar con ellas durante recorridos muy largos a pie, esto no resulta un problema, ya que son muy ligeras. Son cómodas, y una de sus grandes ventajas es la posibilidad de usarlas todo el año: en verano, en la playa, y el resto del tiempo, en el jardín, la terraza o el balcón.
Mesas que siempre vienen bien
Con las mesas ocurre algo parecido a lo que pasa con los asientos: hay que procurar que sean ligeras y no representen un bulto demasiado grande. En cualquier caso, la mesa de playa se puede considerar un complemento auxiliar, para depositar sobre ella solo objetos esenciales.
En las mesas plegables, las patas se pueden abatir, de tal forma que ocupan poco espacio más que el de la tabla superior.
También existen modelos desmontables, por lo general de plástico o resina. En muchos casos, forman parte de los juegos de sillas que se pueden apilar. Al igual que estas últimas, las desmontables ocupan algo más de espacio y son un poco más difíciles de transportar (al desarmarse, las patas quedan separadas de la tabla), pero ofrecen más comodidad.
Las sombrillas son necesarias para protegerse del sol en la playa. Si bien no interceptan la totalidad de las radiaciones ultravioletas, sí otorgan una sombra reparadora para los momentos en los cuales el sol incide con mucha fuerza. Existen muchos modelos distintos, que varían en cuanto a su tamaño y los materiales con los que están construidos. Tal como ocurre con las sillas, tumbonas y mesas, las que más y mejor protegen son las de mayor envergadura, y por lo tanto son más pesadas y difíciles de transportar.
En el mercado también se comercializan pies para sombrillas, consistentes en una base pesada con un hueco donde se puede ajustar la barra de la sombrilla y otorgarle estabilidad y seguridad. Pero si se opta por enterrar la barra en la arena, se debe prestar mucha atención a la forma de hacerlo, sobre todo en las jornadas de mucho viento. Una fuerte corriente de aire puede no solo tumbarla, sino también arrastrarla y poner en riesgo la seguridad de otras personas.
Además de las clásicas sombrillas de tipo paraguas, existen otros modelos. Los más comunes son los parasoles cuadrados o rectangulares, que se sujetan a varias patas y permiten disfrutar de espacios de sombra más grandes. El sistema de instalación de muchos de estos diseños es similar al de las tiendas de campaña. Su coste económico es mayor, pero, dada la comodidad que ofrece, puede compensar el gasto.