El paso de tiempo, los efectos del frío en los muebles de exterior o, simplemente, un cambio en los gustos, son una buena excusa para teñir la madera. Los barnices y las ceras crean una capa protectora, pero los tintes con capaces de cambiar la tonalidad. Gracias a ellos se puede devolver el aspecto original a la tarima o hacer combinar un mueble con la nueva decoración de la casa.
La madera admite diferentes acabados. Se puede proteger con una capa de cera, barnizarla o tintarla para que adquiera otra tonalidad. La elección depende principalmente del lugar en el que se encuentra (interior o exterior) y de la forma (tarima o mueble), si bien en cualquiera de estos casos se consigue tapar los posibles defectos de la madera y protegerla frente al paso del tiempo y la acción de agentes externos.
Cuando se decide pintar, hay dos posibilidades. Si la madera está tratada con cera, barniz u otro producto será necesario lijar la superficie. Es preferible lijar en el sentido de la veta para que ésta conserve su aspecto natural. Además, la madera debe estar lisa y limpia de polvo para obtener un mejor resultado tras la aplicación de la pintura. En el caso de que la madera no esté tratada, por lo general basta con aplicar el tinte.
El color resultante depende de la cantidad de líquido que se emplee al mezclar el tinte con agua o alcohol
La Confederación Española de Empresarios de la Madera, Confemadera, recuerda que el abedul y el haya son las especies que mejor aceptan los tintes, aunque advierte de que, en ocasiones, lo pueden tomar de forma irregular, especialmente la madera de abedul. Por ello, es importante conocer las características de cada madera antes de elegir el tinte más adecuado.
Algunos tintes pueden ser vegetales, como la nogalina, que se adquiere en polvo y debe mezclarse con agua antes de su aplicación. Otros colorantes como las anilinas se pueden disolver en alcohol, lo que exige dejar la mezcla en reposo antes de aplicarla para que agarre mejor. Es importante hacer bien esta mezcla para evitar la formación de grumos. Asimismo, el color resultante dependerá de la cantidad de líquido que se emplee.
Cómo aplicar el tinte
Los tintes se pueden aplicar con pincel, brocha, rodillo o paño. Cuando se tintan muebles, es preferible comenzar el trabajo desde abajo para evitar las marcas de las gotas que caen desde arriba. Además, el tinte debe aplicarse en la misma dirección y el mismo número de veces por toda la superficie para evitar que haya zonas más oscuras.
Es conveniente tintar primero una pequeña parte de madera para comprobar el color resultante
En este sentido, es conveniente tintar una pequeña parte de madera antes de realizar el trabajo sobre toda la superficie. De esta manera, se puede observar el efecto del tinte y oscurecer o aclarar la tonalidad si se desea. Una posibilidad es añadir más agua cuando se prefiera un tono más claro. Si lo que se busca es oscurecer el color, se puede agregar tinte o dar una capa más de color.
El exceso de tinte se puede retirar con un trapo una vez que la mezcla esté seca, aunque lo apropiado es no cargar las brochas con demasiado color. Otro aspecto a tener en cuenta es que el tinte puede oscurecerse cuando se seca, por lo que hay que dejar secar una capa antes de aplicar la siguiente.
Las maderas sobre las que se aplican tintes quedan parcialmente protegidas. Aunque la pintura evita que la superficie se estropee, es necesario que, tras teñir la madera, se extienda sobre la tarima o mueble en cuestión otra capa de barniz, cera o lasur. Estos productos crean una capa protectora que no se consigue con el tinte.
La utilización de cualquiera de estas opciones mantiene la veta de la madera, es decir, no oculta su aspecto natural. No obstante, en el caso del lasur, que es capaz por sí solo de teñir y proteger, a veces puede ocultar la veta si se aplica una cantidad generosa.