No hay vuelta al cole para 57 millones de niños. Lo impiden los conflictos, la pobreza, la falta de financiación para programas educativos o la prioridad de los niños sobre las niñas. La ONG Entreculturas lo recuerda con motivo del comienzo del curso escolar, un momento que este año tiene un significado especial en Siria y, sobre todo, entre las niñas: todavía hay 36 millones sin escolarizar. En todo el mundo, ellas tienen menos oportunidades de alfabetización, aunque gracias al esfuerzo de las organizaciones no lucrativas lo consiguen, al menos, cuando son adultas.
57 millones de niños sin vuelta al cole
Una, dos, tres… y así hasta 57 millones de sillas vacías. Tantas como niños y niñas que no asistirán a la escuela este año. Según datos del INE a 1 de enero de 2013, España tiene 46,7 millones de ciudadanos. Imaginemos a cada uno sentado en una silla y todavía nos quedarían 10,3 millones de asientos vacíos. Empecemos otra vez. Una, dos, tres… y así hasta 200 millones de sillas ocupadas por pequeños que acuden a la escuela, pero que reciben una educación de baja calidad.
La educación debe garantizar la adquisición de habilidades básicas, ser equitativa y no discriminatoria
Para recordarlo, el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid acoge hasta el 29 de septiembre la exposición «Las Sillas de tu vida», «un recorrido por aquellas sillas que han marcado nuestra vida en sus diferentes etapas». Entre las piezas que componen la muestra, explica Entreculturas, figura «La Silla Roja», que el año pasado dio nombre a la campaña que precedió a la actual y que simboliza el asiento «de todos los niños y niñas en el mundo que no pueden ir al colegio o que reciben una educación de baja calidad».
Además de la muestra, Entreculturas ha llevado a cabo el informe «Derecho a aprender: educación de calidad, educación transformadora». Defiende así una educación que asegure «la adquisición de las habilidades básicas para la vida, permita aprender, sea equitativa y no discriminatoria y promueva una ciudadanía crítica«, indica Valeria Mendez de Vigo, responsable del departamento de Estudios e Incidencia de Entreculturas.
Siria: dos millones menos de escolares
Entre sus fines, Entreculturas trabaja para que las escuelas sean «seguras y libres de violencia», para que la educación llegue a todas las personas. Pero hoy en día no es posible y, si pensamos en sillas vacías, la imaginación vuela hasta Siria. Antes de que comenzara el conflicto, el país «estaba a punto de lograr la educación primaria universal», según recuerda María Calivis, directora regional de UNICEF en Oriente Medio y el Norte de África. Ahora calcula que casi dos millones de menores sirios han abandonado las aulas desde el curso pasado, bien porque han huido de sus hogares, han fallecido o sus escuelas han sido bombardeadas.
Aunque está previsto que en las próximas semanas los centros reabran sus puertas en Siria y en los países vecinos, «hacer que los niños regresen a las aulas es una tarea enorme», reconoce UNICEF. Un millón de pequeños son refugiados y residen en distintos países, donde no siempre acceden al sistema educativo. Solo el 15% de los niños refugiados en Líbano están inscritos en los sistemas formales o informales de educación, solo una cuarta parte de los menores refugiados en Jordania y uno de cada diez refugiados en Irak.
¿Qué hace UNICEF en Siria? UNICEF ha iniciado un programa de autoaprendizaje en los hogares sirios y contribuye con autobuses-aula en Líbano, la distribución de materiales de construcción y mobiliario escolar en Jordania y la instalación de aulas temporales en tiendas de campaña de los campos.
Niñas, 36 millones sin escolarizar
Son datos de la UNESCO que recuerda InteRed: 495,3 millones de mujeres son analfabetas y 36,2 millones de niñas están sin escolarizar. «La alfabetización para todas las personas sigue siendo un objetivo incumplido», recalca la entidad. La tasa de escolarización de las pequeñas ha aumentado, pero no al ritmo esperado.
Las mujeres y las niñas indígenas de zonas rurales son las más perjudicadas. La falta de educación se relaciona con la pobreza y ambas están impregnadas de un denominador común: la feminización. Siete de cada diez personas que viven bajo el umbral de pobreza son mujeres.
Vivir en zonas rurales alejadas de las escuelas, carecer de recursos suficientes para afrontar los costes o ser víctimas de ideas machistas que priorizan la educación de los niños son algunas razones por las cuales las pequeñas no acuden a la escuela. Se les niega la oportunidad de aprender. Cuando la tienen, eso sí, alcanzan mayores tasas de permanencia y mejores resultados académicos que ellos.
Perú: mujeres campesinas aprenden a leer y escribir
En la región de Piura, en Perú, las alumnas ocupan las aulas. Y esto tiene un valor especial. Son mujeres campesinas que no tuvieron la oportunidad de asistir a la escuela cuando eran niñas y que aprenden ahora a leer y escribir. Sienten que su vida da un vuelco, explica Manos Unidas. «La alfabetización abrió ante ellas un mundo hasta entonces desconocido», remarca.
De los 774 millones de adultos analfabetos, 493 millones son mujeres que conocen bien «la soledad, el aislamiento y la marginación» por este motivo. Saber leer y escribir implica reconocer y exigir derechos, conocer qué dicen los contratos antes de firmarlos, no dejarse engañar, defenderse, estrechar la brecha de la desigualdad y ser un ejemplo para las futuras generaciones de niñas.
¿Qué hace Manos Unidas en Perú? Una de las ONG locales a las que apoya Manos Unidas, ESCAES, enseña a leer y escribir a mujeres campesinas andinas. Participa en un cambio de vida que no solo supone adquirir conocimientos, sino que reporta autoestima a las mujeres. La educación es progreso, en más de un sentido.
“La educación es el mejor instrumento para luchar contra la erradicación de la pobreza y en favor de la igualdad”, afirma Misiones Salesianas. Pero además lo justifica: “Una persona que recibe educación logrará prosperar, cambiará sus hábitos de higiene y de alimentación, querrá tener un mejor trabajo, conocerá sus derechos y contribuirá al desarrollo de su familia y de su comunidad”.
Precisa que la tasa de pobreza se reduciría un 12% si todos los estudiantes de países en desarrollo aprendieran a leer y escribir, pero insiste en que urge impulsar la educación de niñas y mujeres. Ellas son las más perjudicadas por la falta de escolarización pese a que, añade, “en muchos países, además del papel de madres, también desempeñan el de ser el principal sustento económico familiar”.