Por lo general, al pensar en jardines lo primero que viene a la mente son las plantas, las flores y el color verde. Sin embargo, existe un tipo de jardín que prescinde de esos elementos: el jardín zen, llamado también jardín seco. Originario de Japón, sus elementos básicos son la arena, la grava o las piedras y su principal objetivo, favorecer la serenidad y la meditación. Este artículo brinda detalles sobre los jardines zen, explica cómo construir uno pequeño e incluye curiosidades de este espacio como los significados de las ondulaciones en la arena.
Un jardín zen para relajarse y meditar
Se llama jardín zen o seco a una modalidad de jardín con origen en Japón y que consiste en la creación de un espacio simple, con pocos elementos, que favorezca el relajamiento y la meditación. A diferencia de lo que por lo general se entiende por jardín en el mundo occidental, en estos no hay plantas ni flores, sino que la belleza se basa en el minimalismo y la símbología.
La arena o grava de un jardín zen representan el mar, y las líneas sobre ellas, el estado de la superficie del agua
Los componentes básicos de estos jardines orientales son la arena, grava o piedras pequeñas, que cubren la mayor parte de la superficie, y las piedras más grandes. También puede haber algunos toques de verde, con musgos, helechos o bonsáis, e incluso añadidos como puentes o estanques. La arena o grava que cubren la superficie representan el mar, y se «peina» con un rastrillo para lograr el efecto de ondulaciones en la superficie del agua.
Existen discrepancias en relación con la autenticidad de estos jardines. Mientras algunos sostienen que su origen data de muchos siglos atrás y que sus creadores fueron monjes que los usaban para meditar, hay quienes lo ven como una creación occidental basada en costumbres japonesas, ya que en realidad los monjes preferían meditar en espacios cerrados.
Más allá de cuál sea la verdadera historia de sus orígenes, se trata de una combinación y disposición de elementos que en la actualidad, en esta parte del mundo, se asocian con la serenidad y ayudan a relajarse. Por eso, construir un jardín zen en casa puede ser muy buena idea. Y para ello no es imprescindible contar con mucho sitio, ya que existen jardines zen muy pequeños.
Cómo construir un pequeño jardín zen
Si se tiene espacio en el exterior, la opción de un jardín zen es muy interesante. Su mantenimiento es simple, pues no incluye plantas y por lo tanto no requiere de cuidados como regar o proteger del sol excesivo. Y no solo si se vive en una casa: un balcón o una terraza son suficientes para montar, en una pequeña superficie, un jardín zen.
Incluso es posible tener uno dentro del hogar, en lo que podría llamarse un jardín zen «bonsái». Estos pequeños modelos, además de proporcionar su influencia tendiente a la serenidad y la relajación, se colocan sobre una mesa y se integran en la decoración, tanto si se ubican en el salón como en un dormitorio, en el recibidor o en un rincón destinado a la música o la lectura.
Su construcción se debe afrontar de un modo parecido a una bandeja para desayunar en la cama; es decir, un tablero de madera con bordes de mayor altura en los laterales para que contengan los materiales que han de colocarse sobre ella. También se puede utilizar un pequeño listón de madera para separar el jardín en dos espacios y llenarlos de materiales distintos, como arena en uno de los compartimentos y piedras pequeñas en el otro.
Un pequeño jardín zen se puede colocar sobre una mesa e integrarse en la decoración del hogar
Otra idea que da muy buen resultado es cubrir una parte del pequeño jardín con un cristal. Hay que recordar que al menos una parte tiene que quedar sin cubrir para poder modelar las ondulaciones sobre la grava o arena, para lo cual resultará conveniente contar con un rastrillo en miniatura, del tamaño de un tenedor, u otra herramienta similar.
Pero si otra parte está cubierta por un cristal, se podrán poner velas sobre ella, lo cual añadirá un toque de calidez al conjunto. También es posible colocar las velas a un lado, de modo que complementen o rodeen el jardín. A partir de este punto, el diseño y todo lo que pueda añadirse ya dependen de la propia creatividad de quien se ponga manos a la obra.
La parte cubierta de arena, grava o piedras pequeñas representa el mar. Y de acuerdo a las ondulaciones que se dibujen en su superficie, es posible entender sus distintos estados: las líneas rectas hablan de un mar calmo y tranquilo; las onduladas, de un mar agitado; y las que figuran círculos concéntricos generan la sensación de que algo ha caído en el agua. Estos estados, a su vez, repercuten de formas diferentes en cada persona.