Cuando se desea adquirir un inmueble una de las principales preocupaciones del comprador suele ser el precio. Lo cierto es que el coste final de un apartamento o piso depende de múltiples factores. Sólo puede darse una cifra una vez que se han analizado todos los aspectos del inmueble. Pese a la dificultad de establecer un modelo único, todas las tasaciones tienen en cuenta los siguientes aspectos:
Ubicación: Es uno de los factores primordiales de la valoración. El precio varía según las viviendas disponibles y los equipamientos de la zona: comunicaciones, tiendas, colegios, parques, cines, etc…
Características: No basta con saber en qué barrio y calle está la vivienda. Hay que visitarla para determinar todos los aspectos de su emplazamiento que influyen en el precio: si es un bajo, un ático o un piso intermedio, si está orientado al sur y recibe luz solar o, por el contrario, es sombrío; si es de protección oficial y, por supuesto, los metros de que dispone, la calidad de la construcción y su estado de conservación.
Identificación registral: El tasador debe comprobar que los datos que figuran en el Registro de la Propiedad coinciden, en todos sus extremos, con los que él aprecia en su visita, ya que la tasación certifica el valor de una finca de acuerdo con su inscripción registral. Este aspecto es especialmente importante de cara a la constitución de un crédito hipotecario, ya que podría dar problemas al comprador.
Situación legal de ocupación: Una vivienda ocupada por su propietario, el más interesado en la correcta conservación del inmueble, tiene habitualmente, un valor superior que otra del mismo bloque, y con los mismos metros, que esté arrendada y sus inquilinos no se hayan preocupado por mantenerla.
Antigüedad: Por sí solo, este aspecto no puede determinar el valor final. No se puede depreciar un piso únicamente por su antigüedad. De hecho, los hay de más de 50 años perfectamente conservados y otros de 10 que no reúnen los requisitos de habitabilidad.