A menudo la luz de la lámpara no tiene la misma intensidad que cuando se instaló y suele deberse a que está llena de polvo y grasa. Cualquier bombilla normal se puede limpiar con alcohol de quemar, frotándola con un trapo suavemente. En el caso de un foco halógeno hay que tener más cuidado. No hay que tocar la bombilla con las manos ya que éstas al mínimo contacto con los dedos se funden. Por lo tanto para limpiar este tipo de bombillas hay que colocarse unos guantes finos y frotar con sumo cuidado la superficie manchada.