Bañarse como en un lago o en un río, pero en una piscina. Es la sensación que ofrecen las piscinas naturalizadas. Para ello reproducen los procesos naturales de depuración del agua, evitando así el uso de productos como el cloro. Popularizadas en países como Alemania, Austria, Suiza o Francia, en España se han instalado ya unas 250. Este artículo indica qué son las piscinas naturalizadas, sus ventajas y desafíos y dónde encontrarlas.
Qué son las piscinas naturalizadas
Las piscinas naturalizadas, también conocidas como biopiscinas o piscinas ecológicas, se diferencian de las convencionales en que depuran sus aguas sin tratamientos físicos ni químicos como el cloro, que utilizado en exceso puede provocar diversos problemas de salud.
En España hay unas 250 piscinas naturalizadas«En estas instalaciones se reproducen los procesos naturales a pequeña escala, y por ello preferimos llamarlas piscinas con depuración biológica», explica Ignasi Pujol-Xicoy, integrante del Grupo Ibérico de Aguas de Baño Naturalizadas (GIABN), que reúne a sus principales fabricantes en España y Portugal.
Los usuarios de estas piscinas tienen la sensación de bañarse como en las aguas de un lago o de un río, aunque en una instalación diseñada a gusto de su dueño. No hay que confundirlas con las piscinas naturales, que aprovechan un espacio natural, ya sea de costa o en el interior, para proporcionar una opción de baño con servicios propios de las convencionales. Tampoco son naturalizadas si se emplean tratamientos «pseudonaturales» como los ultravioletas, añade Pujol-Xicoy.
Ventajas y desafíos de las piscinas con depuración biológica
Los impulsores de las piscinas naturalizadas prometen un baño en aguas cristalinas y saludables. Para ello constan de dos partes conectadas: la zona de baño en sí, que suele ser más profunda que en una convencional, y la zona de depuración o filtración. En esta última, una especie de estanque poco profundo imita una cadena trófica donde las bacterias transforman la materia orgánica de hojas, polen o pequeños animales que llegan al agua, en elementos nutritivos para otros eslabones de la cadena, que sirven de alimento a las plantas que se encargan de limpiar el agua.
Las piscinas naturalizadas admiten una enorme variedad de diseños y tamaños que se pueden integrar dentro del conjunto arquitectónico en donde se ubiquen e, incluso, se pueden adaptar a piscinas ya construidas. Además, se puede hacer fluir el agua creando pequeñas cascadas y es posible elegir plantas acuáticas ornamentales y aromáticas, como la menta de agua, para complementar una zona ajardinada.
El mantenimiento es similar al de otro sistema vivo como un jardín o un huerto. «La diferencia es como elegir un césped natural o uno artificial», sostiene el portavoz del GIABN, que explica que sus clientes suelen ser gente concienciada. «Nosotros asesoramos al dueño para que la mantenga o se le da el servicio si lo requiere», detalla.
El precio, más elevado que el de las convencionales, es otro de sus desafíos. «Como mínimo se necesitan 15.000 euros para poner en marcha una», calcula Pujol-Xicoy. Ahora bien, sus responsables se ahorran el gasto de comprar los productos industriales para su desinfección.
La calidad de su sistema de filtrado fue cuestionada hace un par de años por una investigación publicada en la revista International Journal of Hygiene and Environmental Health. Sus autores, un equipo de la Universidad de Barcelona (UB), detectaron contaminación fecal por deposiciones de pájaros y otros animales en tres de las cuatro piscinas naturalizadas estudiadas en Cataluña. Aunque reconocían que todas cumplían con los criterios de calidad para aguas de baño de la Unión Europea (UE), recomendaban más estudios para asegurar la salud de los bañistas.
Dónde encontrar piscinas naturalizadas
El concepto original de las piscinas naturalizadas fue desarrollado en Austria por un grupo de personas convencidas de los beneficios de los baños en aguas naturales. En 1985, la compañía austriaca Biotop comercializó la idea de la mano de su fundador, Peter Petrich. El siguiente país en popularizar este sistema fue Alemania, donde se construyó en 1998 la primera piscina pública naturalizada.
Años después, se pueden ver en entornos urbanos o rurales, con diseño clásico o contemporáneo, y tanto en viviendas particulares como en hoteles de diseño. También se puede disfrutar de ellas de manera pública en diversos municipios de Francia, Alemania, Austria o Suiza, donde hay unas 900 piscinas públicas naturalizadas.
En España, según Pujol-Xicoy, es difícil ofrecer un dato sobre su número, porque por lo general son iniciativas privadas, pero estima que habrá unas 250, sobre todo en la costa mediterránea, de clientes extranjeros que conocen esta técnica en sus países. Ahora bien, se puede encontrar alguna iniciativa abierta al público, principalmente en casas de turismo rural, como en La Oveja Verde de Granada, Las Llosas de Portavella (Girona), al norte de Barcelona en Lliça d`Àmunt o en el camping Arbizu de Navarra. El Ayuntamiento de Orduña (Bizkaia) ha puesto en marcha un proyecto para crear una piscina pública naturalizada. De llevarlo a cabo, sería la primera en España.
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