España y otros países del sur de Europa se están quedando sin sus olivos y otros árboles centenarios. Un negocio especulativo para millonarios que los adquieren como un capricho mobiliario más está poniendo en peligro un rico patrimonio de biodiversidad natural. Así lo denuncia la iniciativa en Internet de una ONG conservacionista que casi ha logrado ya su objetivo de recabar 150.000 firmas para convencer al Parlamento Europeo de que lo impida. Este artículo señala la malventa de los arboles centenarios, cómo es este negocio y qué pueden hacer los ciudadanos al respecto.
La malventa de los arboles centenarios
«Cientos de olivos centenarios y otros árboles con cientos y hasta miles de años de España y otros países del sur de Europa están siendo arrancados de cuajo y vendidos como adornos para jardines, urbanizaciones, rotondas y campos de golf en Estados Unidos o los Emiratos Árabes. Un alto porcentaje no soporta el trasplante y muere por el camino, pero el elevado margen comercial logrado asume con alegría las pérdidas». De este modo comienza una petición de apoyo en la página web Change.org que está a punto de conseguir 150.000 firmas para intentar que el Parlamento Europeo impida este negocio para unos cuantos, pero una malventa de una biodiversidad y un patrimonio natural de todos.
Cientos de olivos centenarios españoles son arrancados y vendidos como adorno en Estados Unidos o Emiratos ÁrabesLas dimensiones exactas del expolio se desconocen y se centran en España, pero con incidencia semejante en Portugal y Grecia, señala César-Javier Palacios, impulsor de la petición y director del proyecto de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente «EnArbolar», dedicado a la conservación del arbolado singular y los bosques viejos de la Red Natura 2000 en nuestro país.
Los años de más intensidad se habrían producido durante la burbuja inmobiliaria, pero el problema continúa en la actualidad. En aquella época salían de Castellón cada año «centenares de camiones cargados con olivos únicos, y en concreto en la región castellonense del Maestrazgo se vendieron por miles», subraya Palacios. La Comunidad Valenciana aprobaba una ley del Patrimonio Arbóreo Monumental que protege a partir de 2006 más de 5.000 ejemplares con perímetros superiores a los seis metros o que tengan más de 350 años, «pero aún ahora siguen preocupados y vigilantes, y otras comunidades olivareras como Andalucía, Murcia, Extremadura, Cataluña o Aragón no han hecho nada al respecto», añade el experto de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente.
El negocio de los olivos centenarios
La venta de estos árboles únicos no solo se realiza en España. En Francia e Italia apenas tienen olivos y no está autorizado el arranque, pero se acepta la compra de ejemplares provenientes de otros países, de manera que comercializan los españoles, portugueses, griegos o marroquíes. Al buscar en Internet «venta de olivo centenario» se pueden localizar numerosas empresas españolas, y si la búsqueda se hace en inglés o en francés, su alcance internacional queda patente.
En algunos casos se han pagado precios astronómicos, como el olivo bautizado con el nombre del emperador romano Domiciano. Un millonario francés desembolsó 64.000 euros por este ejemplar de unos 2.000 años de edad. Arrancado en Portugal, se subastó en Francia como una «escultura viva del Imperio romano».
En España destaca la colección privada de 475 olivos centenarios del fallecido presidente del Banco Santander, Emilio Botín, ubicada en Boadilla del Monte (Madrid). Uno de estos ejemplares, bautizado «Santander» por su propietario, de más de 1.200 años y cinco metros de perímetro procedente del Maestrazgo, se utilizó para lograr la primera secuenciación completa del ADN de esta especie.
El dinero de este negocio no se reparte por igual, según el director del proyecto EnArbolar: «A sus propietarios les habrán pagado apenas 1.000 euros por cada uno. El resto son ganancias para los especuladores, que actúan con prácticas mafiosas para controlar el mercado». La Guardia Civil ha detectado incluso el comercio ilegal de árboles robados a sus propietarios, una práctica que habría cesado prácticamente tras finalizar la burbuja inmobiliaria. Algunos de los impulsores de este negocio aseguran que en la actualidad apenas da para ir tirando y que la mayoría de los árboles que compran sobreviven y que se trata de ejemplares abandonados por sus dueños.
Los supervivientes son no solo beneficiosos para el medio ambiente, sino también para la economía. Como señala Palacios, «además de haberse convertido en un importante recurso turístico, su aceite se vende a precios increíbles».
Qué pueden hacer los ciudadanos
Los ciudadanos pueden asumir diversas medidas para ayudar a conservar este patrimonio natural:
- No comprar olivos u otros árboles viejos arrancados del campo como algarrobos o palmeras.
- Pedir a los responsables institucionales que los protejan en caso de conocer algún ejemplar, ya sea de forma directa en el ayuntamiento o comunidad autónoma más cercano o al Parlamento Europeo, con iniciativas como la página web de Change.org.
- Apoyar a organizaciones conservacionistas, como la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, impulsora del proyecto EnArbolar LIFE+ BIGTREES4LIFE, cofinanciado por la Unión Europea y la Diputación de Valencia.