El físico italiano Carlo Rovelli traza en el libro ‘Siete breves lecciones de belleza’ un recorrido tan pedagógico como conmovedor por las grandes ideas de la física moderna. Ofrece, además, una visión muy interesante sobre la ciencia y su relación con otras manifestaciones culturales como la música y la literatura. Una asociación que, según el autor, reposa sobre el goce que proporciona la contemplación de la belleza pura. A continuación se hace un repaso a la obra sobre física que ya es un best seller en Italia y que se está traduciendo a una veintena de idiomas.
Hace ya más de un mes que se celebró la edición del Día del Libro más especial de las últimas décadas: en 2016 se han cumplido 400 años de la muerte de Shakespeare, Cervantes y Garcilaso de la Vega, 35 de la de Josep Pla y un largo etcétera de efemérides literarias. Una vez superada esta vorágine literario-festiva y, habiendo pasado el tiempo suficiente para leer el libro que todas las personas de bien recibieran en tan señalada fecha, es momento de respirar de nuevo y buscar nuevas lecturas. Para ello, recomendamos a continuación un libro de contenido científico muy especial, que no solo permite disfrutar del placer de la lectura, aprender nuevos conceptos y relaciones entre ideas, sino que, además, proporciona elementos estéticos y de reflexión sobre nuestra relación con el mundo y lo que de él sabemos. Se trata de ‘Siete breves lecciones de física‘, escrito por el físico italiano Carlo Rovelli y publicado por la editorial Anagrama este mismo 2016.
Como su nombre indica, este libro es breve. Hay muchos libros breves que pasan desapercibidos, pero no es el caso de estas lecciones de física, que se han convertido en un best seller en Italia y se están traduciendo ya a una veintena de lenguas. ¿Cuál es el secreto de su éxito? Seguramente una combinación acertada de brevedad -cualidad hermanada con la precisión-, profundidad y sensación de maravilla ante el funcionamiento del mundo y ante la belleza de las metáforas que hemos creado los humanos para explicarlo.
Rovelli describe en estas lecciones algunos de los conceptos más profundos de la física contemporánea con claridad. Y lo hace apelando a su experiencia personal ante ellos. Recuerda, por ejemplo, la emoción que le invadió cuando, con la mirada cegada por el sol abrasador de agosto en una playa calabresa, comprendió el alcance y profundidad de la teoría de la relatividad de Einstein a partir de la lectura de un viejo libro roído literalmente por las ratas.
Además de aderezar la explicación de conceptos físicos con estas notas personales, Rovelli eleva la ciencia a la misma categoría que la literatura, la música y el cine. Compara la relatividad con el Réquiem de Mozart, la Odisea, la Capilla Sixtina o el Rey Lear, construcciones humanas cuya apreciación requiere un cierto aprendizaje pero que guardan todas el premio de la belleza pura y de una nueva mirada sobre el mundo. Porque según Rovelli, la ciencia, antes de ser experimentos, medidas, matemática o deducciones rigurosas, es sobre todo visiones. La ciencia es una actividad visionaria. El pensamiento científico se nutre de la capacidad de ver las cosas de manera distinta a cómo las veíamos antes. Y gracias a la capacidad del autor de entender las teorías físicas más complejas como un conjunto de visiones o imágenes, es capaz de explicarlas con sencillez y de manera asumible para un lector no especialista.
Gracias a la capacidad del autor de entender las teorías físicas más complejas como un conjunto de visiones o imágenes, es capaz de explicarlas con sencillez y de manera asumible para un lector no especialista
Rovelli dedica lecciones a las partículas elementales, a la teoría de la relatividad, a la física cuántica, a la estructura del espacio, al origen y evolución del universo y a la naturaleza del ser humano en este contexto cósmico. No se olvida, además, de este elemento tan cotidiano como misterioso que todavía somos incapaces de comprender por completo: el tiempo.
Remontándose hasta el siglo XIX, el autor teje una historia sobre nuestra comprensión científica del tiempo, que empieza con una pregunta aparentemente trivial: ¿Por qué el calor va de las cosas calientes a las frías y no al revés? A partir de esta pregunta tan inocente, Rovelli nos coge de la mano y nos arrastra en un recorrido vertiginoso que nos lleva en pocos minutos de las partículas microscópicas a los agujeros negros, pasando por algunas de nuestras interpretaciones filosóficas sobre la naturaleza del tiempo, el inasible concepto de probabilidad y por nuestras limitaciones a la hora de percibir la realidad. La diferencia entre pasado y futuro solo existe cuando hay calor, afirma el autor con rotundidad en esta lección, acaso la más profunda de todas. Y es que, en efecto, hasta que no roza con algo, un péndulo sigue oscilando eternamente. Si se graba este movimiento y se proyecta al revés, no se detecta diferencia alguna con el movimiento original. En cambio, cuando hay rozamiento, el péndulo calienta ligeramente sus soportes, pierde energía y se reduce la amplitud de su oscilación. Aquí sí somos capaces de distinguir el pasado del futuro porque no hemos visto nunca un péndulo que partiendo del reposo absorbiera calor de sus soportes y empezara a moverse. A partir de ejemplos sencillos como este, Rovelli es capaz de elaborar una explicación sutil, compleja y fascinante sobre la naturaleza del tiempo.
Por último, en estas lecciones encontramos una visión un tanto fotogénica de la ciencia, relacionada con la habilidad con la que Rovelli utiliza las imágenes como elemento de síntesis y comprensión. En el libro hay numerosas reflexiones sobre la naturaleza de la ciencia, y tal vez sea este su atractivo principal: ver la ciencia de una manera distinta, con una visión que, jugando con las metáforas, combina a la perfección el sentimiento de maravilla ante el mundo con la profundidad y la belleza que existe en todo proceso de comprensión. En este sentido, el párrafo siguiente es uno de los más sugerentes:
«Cuando hablamos del Big Bang o de la estructura del espacio, lo que hacemos no es continuar los relatos libres y fantásticos que los hombres se han explicado, de noche, alrededor del fuego, durante centenares de miles de años. Es la continuación de otra cosa: de la mirada de aquellos mismos hombres, en las primeras luces del alba, que busca entre el polvo de la sabana el rastro de un antílope; escrutar los detalles de la realidad para deducir lo que no vemos directamente, pero de lo cual podemos seguir el rastro. Siendo conscientes que siempre nos podemos equivocar, y, por lo tanto, dispuestos en todo momento a cambiar de idea si aparece un rastro nuevo, pero sabiendo también que si somos valientes lo comprenderemos bien, y encontraremos lo que buscamos. La ciencia es esto.»
Cuando lo leáis, nos encantará conocer vuestras impresiones sobre el libro. ¡Buena lectura!