Aves comunes como el gorrión, la golondrina o la codorniz están desapareciendo de las ciudades y de los campos en España, en algunos casos de manera preocupante. Así lo afirma una investigación realizada durante los últimos 20 años y basada en ciencia ciudadana. Este artículo señala que las aves comunes urbanas y rurales desaparecen, cómo nos afecta y qué podemos hacer y de qué forma se ha detectado este declive.
Las aves comunes urbanas y rurales desaparecen
Más de 64 millones de ejemplares de aves comunes han desaparecido en España desde 1996. Así lo señala el estudio SACRE, coordinado por la organización conservacionista SEO/BirdLife. Según los responsables del informe, «no se trata de especies escurridizas o de rarezas, sino de pájaros comunes de barrio y de campo de cultivo«. Es el caso de la golondrina común, cuya población ha caído más de un 44%, con unas pérdidas que alcanzan los 13 millones de ejemplares.
Más de 64 millones de ejemplares de aves comunes han desaparecido en España desde 1996La magnitud del declive de algunas de las especies analizadas (un total de 39) «podría ser razón suficiente para catalogarlas como especies en peligro en una próxima revisión del ‘Libro Rojo de Especies Amenazadas‘». El desplome de ejemplares supera el 50% en los últimos 20 años en el sisón común (71,73%); la codorniz común (61,63%); el alcaudón real (56,65%); y el escribano cerrillo (50,46%). En otros casos, el declive en torno al 30%, entre ellas del cernícalo vulgar, el pito real, la perdiz roja o la golondrina común, podría hacerlas engrosar en la lista de aves calificadas como «vulnerables».
Las principales especies del medio urbano tampoco lo tienen fácil. Los datos del estudio señalan en conjunto un declive del 18%. «La pérdida de millones de ejemplares de aves tan próximas a nosotros como el gorrión común o los vencejos originan esta situación», destaca el coordinador de Seguimiento de SEO/BirdLife Juan Carlos del Moral. Ahora bien, según este experto, la merma de efectivos está especialmente concentrada en el medio rural.
Entre las razones de este declive, Del Moral destaca la intensificación agraria traducida en la eliminación de lindes, la generalización de los monocultivos o la extensión del uso de numerosos productos fitosanitarios: «Los herbicidas fulminan a los insectos (como a las abejas) y eso elimina toda la vida básica, que luego da de comer a numerosos micromamíferos y aves pequeñas».
Algunas especies, sin embargo, han experimentado un repunte «en ocasiones, significativo» en las dos décadas de estudio. Son pájaros que viven en entornos forestales, como el piquituerto común, la curruca capirotada, el trepador azul o la paloma torcaz. Otras especies, como el arrendajo común, el petirrojo europeo o el ruiseñor común, siguen también esta tendencia.
El aumento poblacional de estas aves esconde una paradójica situación, subrayan los expertos de SEO/BirdLife. La intensificación de las zonas agrarias más productivas, apoyadas por los fondos de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea (UE), ha provocado el deterioro de los sistemas agrarios de alto valor natural, como los prados y pastos de montaña o dehesas. El abandono de muchos pueblos y la pérdida de usos tradicionales del campo están rompiendo el equilibrio en los ecosistemas, además de aumentar el riesgo de incendios forestales, al poseer los nuevos paisajes abundancia de matorral.
Cómo nos afecta y qué podemos hacer
La desaparición de los pájaros comunes, en definitiva la pérdida de biodiversidad, nos afecta de diferentes formas. Según Del Moral, «no solo es un sentimiento de tristeza porque ya solo ves bloques de edificios, sino que si sales de nuestro entorno, provoca que todos los sistemas naturales se distorsionen».
Por ello, destaca este especialista, es imprescindible que «los ciudadanos nos concienciemos y exijamos más calidad en los sistemas de explotación y alimenticios, nos movilicemos contra los productos agrarios que no sean adecuados, apoyemos a las entidades que denuncian malas prácticas y realicemos un modo de vida más sostenible».
Cómo se ha detectado el declive de aves comunes
El programa SACRE se basa en la denominada «ciencia ciudadana», es decir, voluntarios que recopilan datos de acuerdo a unas pautas científicas. En este caso se ha contado con el apoyo de unos mil voluntarios y su labor en más de 18.000 jornadas de campo. A cada voluntario se le asigna una zona que visita de forma periódica. Dentro de ella, y cada año, muestrea 20 puntos concretos. Debe detenerse cinco minutos en cada uno y registrar lo que ve. El programa cuenta con una versión adaptada a las ciudades, donde cada voluntario muestrea 10 puntos. Esta tarea, que antes se hacía de manera manual, se ha facilitado en la actualidad con el uso de una app para móvil.