El plan para eliminar las bombillas más derrochadoras y sustituirlas por otras más eficientes sigue su curso. Si ya le tocó en su día a las populares bombillas incandescentes, ahora le llega el turno a los focos halógenos, cuya comercialización en la Unión Europea (UE) está prohibida desde el 1 de septiembre. Este artículo explica por qué se dejan de vender estas bombillas, qué alternativas hay a los halógenos y cómo se reciclan.
La UE prohíbe los focos halógenos
A partir del 1 de septiembre no se pueden comercializar focos halógenos en los países miembros de la Unión Europea (UE). Se cumple así la normativa y los planes comunitarios que desde 2009 comenzaron la retirada progresiva de los modelos de mayor derroche energético para sustituirlos por otros más eficientes. Uno de los primeros afectados fueron las populares bombillas incandescentes inventadas por Thomas Alva Edison, que se retiraron entre 2009 y 2012.
Una LED logra ahorros de energía de más del 85% respecto a una bombilla incandescenteEsta medida no significa que los consumidores que tengan en su casa estos modelos estén obligados a retirarlos, sino que cuando tengan que sustituir o comprar nuevas bombillas ya no los tendrán a su disposición. Por su parte, los establecimientos podrán vender sus existencias hasta agotarlas, pero ya no recibirán nuevos productos.
La prohibición afecta a los focos, ya que el sector conseguía de la Comisión Europea (CE) una moratoria para las luces halógenas que les permitirá su comercialización hasta septiembre de 2018. Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación (Anfalum), la tecnología halógena supone en la actualidad un 10% de todas las ventas del sector.
La UE persigue así varios objetivos ambientales y económicos. Al utilizar dispositivos más eficientes, se disminuye el consumo de energía, la dependencia de los combustibles fósiles, la contaminación generada por el uso de estos y la emisión de gases de efecto invernadero implicados en el cambio climático. En concreto, el 50% de la energía que emplean las halógenas se transforma en calor y no en luz, con el consiguiente derroche.
El bolsillo de los consumidores también lo agradece: según estimaciones de la CE, una iluminación más eficiente puede lograr ahorros de unos 115 euros durante su vida de uso.
Alternativas a los halógenos
Una vez que se retiran las bombillas incandescentes o las halógenas, los consumidores tienen varias alternativas. Las bombillas fluorescentes o de bajo consumo son una posibilidad que puede encontrarse en el mercado, pero la tecnología que más crece en la actualidad es el LED. Según datos de Anfalum, ha pasado de suponer el 38% total de las ventas en 2014 al 51% en 2015.
El rápido éxito de las LED se explica por varias de sus ventajas frente al resto de modelos: no llevan los materiales contaminantes de otro tipo de luminarias (como mercurio, plomo o tungsteno); poseen una alta eficiencia al lograr ahorros de energía de más del 85% con respecto a una bombilla incandescente; aunque son más caras que otras luminarias, como fluorescentes o halógenas, se rentabilizan con el tiempo dada su gran duración, y como se están generalizando, su coste es cada vez más bajo; y, por último, el mercado ofrece una gran cantidad de modelos que se adaptan a las necesidades más variadas de los consumidores.
Ahora bien, se recomiendan varios consejos para elegir de forma correcta la iluminación LED y que no acabe defraudando al usuario. Decantarse por marcas reconocidas y asesorarse en el lugar de venta antes de comprar son criterios básicos.
Los halógenos también se reciclan
Además de reducir el gasto en energía al elegir modelos eficientes, el siguiente paso para continuar en el camino medioambiental es reciclar los halógenos y, en general, cualquier tipo de bombilla cuando llega al final de su vida útil.
Los consumidores disponen de varios sistemas para desprenderse de los productos luminosos fuera de uso de forma adecuada. De hecho, la legislación vigente (Real Decreto 110/2015) que rige el tratamiento de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) obliga al reciclado de bombillas y luminarias.
En España dos Sistemas Integrados de Gestión (SIG) se encargan de recoger estos residuos y trasladarlos a las plantas de tratamiento donde realizan el desguace y recuperación de algunos de sus componentes: Ambilamp y Ecolum.
Los ciudadanos pueden depositar sin coste alguno los residuos de bombillas en tiendas de iluminación, ferreterías, lampisterías, supermercados y cadenas de distribución. Ambilamp proporciona dos depósitos diferentes para mejorar su posterior tratamiento: uno para los fluorescentes y otro para las bombillas de bajo consumo y los LED retrofit. Ecolum, por su parte, recicla también todo tipo de luminarias, tanto domésticas como profesionales y rótulos luminosos.