La refinanciación de una deuda implica abonar cuotas mensuales más bajas, pero también alargar el plazo de devolución. En otras palabras, no es muy conveniente, pues hay que pagar más dinero y la deuda crece. Por eso, refinanciar la deuda debe ser la última opción, pero si no hay más remedio, ¿cómo hacerlo con seguridad? En este artículo se ofrecen cinco claves para conseguirlo.
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¿Conviene refinanciar una deuda?
Refinanciar la deuda es un proceso no muy sencillo que requiere de la aportación de soluciones inmediatas para pagarla y no en caer en penalizaciones. La Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros advierte de que «si ya nos enfrentamos a un plazo de devolución largo, no será una buena opción». No quedará otra, indican, que «conseguir alguna mejora adicional, como una reducción de los intereses a pagar, una carencia a bajo tipo de interés o incluso una quita de la deuda».
Las entidades de financiación, por el contrario, mantienen que es una buena ocasión para lograr un ahorro mensual en las cuotas. Así lo pone de manifiesto refinanciaciondedeudas.com al constatar que «este sistema da lugar, en muchos casos, a una nueva hipoteca con un plazo de amortización más amplio».
En cualquier caso, hay que hacer frente a una serie de incógnitas que pueden presentarse en la fase de negociación. Estas son las cinco claves que hay que tener en cuenta al refinanciar una deuda.
1. Mejorar la operación
Habrá que cerciorarse de que en realidad el usuario saldrá beneficiado de la operación y comprobar que su nivel de endeudamiento no se elevará de forma peligrosa para sus intereses. La mejor solución será hacer cálculos sobre cómo quedaría el nuevo escenario y constatar cuál será el importe de las nuevas cuotas mensuales y bajo qué condiciones de contratación.
2. Falta de alternativas
La refinanciación de la deuda solo es recomendable cuando fallen otras opciones más ventajosas para el cliente, entre ellas, la negociación directa con el banco emisor del producto. En ella hay que exponer con toda claridad que no se puede asumir el compromiso y habría que modificar algunas de sus principales condiciones: plazos de devolución, importes de las cuotas, etc.
3. Reducción de las cuotas
Si no se consigue este objetivo, no servirá para nada el interés por este producto. El primer planteamiento en esta clase de operaciones irá encaminado a un menor esfuerzo económico para satisfacer los importes prestados por los bancos o intermediarios financieros. Sin este requisito no podrá firmarse el nuevo contrato, aunque aparezcan otras mejoras menores en su importancia, ya que los usuarios tendrán de nuevo el mismo problema que antes.
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4. Desconfiar de algunas condiciones
Para no ser víctima de ninguna sorpresa, no habrá otra solución que analizar con detenimiento el contrato, por si incluyese alguna condición no muy beneficiosa para los intereses de sus demandantes. Una de las más habituales es hacer titular de la deuda, no a una entidad bancaria, sino a un prestamista. Lo más seguro es que imponga un tipo de interés muy elevado, aunque sea alargando los créditos.
5. Conseguir una cuota mensual estable
Tampoco hay que deslumbrarse con unas cuotas más suaves durante los primeros años en su devolución. Habrá que detenerse a analizar cómo será su evolución a lo largo de la vida del préstamo, y muy especial en el caso de las hipotecas. No en vano, en este periodo puede producirse el efecto contrario: que suban o, al menos, que se mantengan bajo los mismos parámetros del anterior modelo de financiación.
Cambiar las condiciones de las deudas contratadas supone unas variaciones en los plazos, pagos y en todo el proceso que conllevan estas operaciones. Uno de los principales elementos que notarán los usuarios es que dispondrán de mayor tiempo para amortizar las deudas contraídas en las líneas de crédito suscritas. De esta forma, no habrá tantas urgencias para finiquitar estos productos financieros, con un alivio en su situación personal del que adolecían antes de realizar esta pauta de comportamiento.
Como consecuencia, las cuotas mensuales serán menos exigentes. Pero no por ello habrá que abonar al final menos dinero, sino todo lo contrario, ya que el periodo de devolución se alarga y también la deuda.