¿Dos sistemas operativos en un solo ordenador? Con una máquina virtual es posible. La mayoría de los usuarios de informática tiene un ordenador con un solo sistema operativo instalado en él. El más utilizado sigue siendo Windows 7, aunque Windows 10 va recortando distancias; tanto, que en España están casi a la par, según las estadísticas de Global Stats. ¿Pero qué pasa si por alguna razón se quiere tener más de un sistema operativo en un solo equipo? La forma más sencilla de conseguirlo es empleando la máquina virtual, una tecnología que permite usar más de un sistema operativo en un único ordenador y apta para usuarios de cualquier nivel. En este artículo se explica qué es una máquina virtual, para qué puede servir y cómo se utiliza.
¿Qué es una máquina virtual?
En pocas palabras, una máquina virtual es como tener un ordenador dentro de otro ordenador. No de forma física, como es lógico -por algo se llama virtual-, pero sí emulado dentro de una ventana, como si fuera un programa más. Es decir, cuando el usuario pone en marcha una máquina virtual en su sistema, lo que está haciendo en realidad es arrancar un programa que se comporta como si fuera un ordenador independiente dentro de su equipo informático.
Este sistema virtual independiente tiene su propio escritorio, iconos de acceso directo, menú de inicio, estructura de carpetas… incluso sus propios programas instalados. Y, por supuesto, cuenta también con su propia configuración de hardware (disco duro, memoria RAM, etc.) que el sistema virtual toma prestado del equipo real.
Todo esto permanece aislado del ordenador principal, el que actúa como anfitrión del sistema virtual. Así, si el usuario instala un programa en el equipo virtual, este solo estará instalado ahí (no en el principal). Esta dualidad de sistemas hace que una máquina virtual sea muy útil para muchas tareas.
Cinco usos prácticos para una máquina virtual
Aunque parezca algo muy técnico, reservado solo a los más expertos en el tema, una máquina virtual es muy fácil de utilizar y puede tener más aplicaciones prácticas para cualquier usuario de las que pudiera parecer en un primer momento:
- 1. Probar una nueva versión del sistema operativo. A menudo los desarrolladores de software, como Windows, lanzan versiones «beta» de su próximo sistema operativo para que los usuarios más curiosos puedan ir probándolo y, al mismo tiempo, le den un valioso feedback a la empresa con sus impresiones. Si uno quiere probar una de esas versiones, la mejor forma de hacerlo es usar una máquina virtual, que no dañará en absoluto el sistema operativo actual.
- 2. Experimentar con un sistema operativo diferente. ¿Pensando en probar Linux, pero sin atreverse a dar el paso final? Una máquina virtual permite hacerlo sin riesgos y sin tocar nada de la configuración del ordenador actual. Así será más fácil familiarizarse con un nuevo sistema operativo y decidir si vale la pena el cambio.
- 3. Emplear software que solo funciona en otro sistema operativo. Algunas empresas tienen programas de gestión que solo funcionan en una determinada versión de Windows, o quizás haya un momento en que un usuario de Mac necesite probar una utilidad que solo existe para Windows. En estos casos, la máquina virtual también es la solución perfecta.
- 4. Instalar aplicaciones no muy fiables. Hoy en día instalar software puede ser una actividad de riesgo, debido a los posibles elementos de malware que se pueden colar durante la instalación. Usar una máquina virtual para probar aplicaciones que no parecen muy fiables es una forma excelente de mantener el equipo actual a salvo de cualquier peligro.
- 5. Hacer pruebas y experimentos de todo tipo. En general, las máquinas virtuales son idóneas para quien sienta curiosidad por probar programas y hacer todo tipo de experimentos con el ordenador, pero no quiera arruinar el sistema operativo con ellos.
Además, las ventajas que aporta una máquina virtual son innegables. Con esta tecnología, el sistema operativo original se mantiene por completo seguro y a salvo de posibles problemas con virus o malware. En el caso de utilizarlas para temas de trabajo, suponen un ahorro de tiempo considerable: no hay que estar cambiando constantemente de un ordenador a otro y, también, cuando la máquina virtual comienza a volverse lenta e inestable tras muchos experimentos, cambiarla por una nueva es cuestión de pocos minutos.
Cómo se crea una máquina virtual
Crear una máquina virtual es bastante sencillo y, según el software elegido, puede hacerse gratis.
Dos de los programas más conocidos para configurar máquinas virtuales son VirtualBox y VMware. El primero de ellos es gratuito y está disponible para Windows, Mac y Linux. El segundo tiene dos versiones, de las cuales VMware Workstation Player es gratuita y la más indicada para usuarios particulares.
Pero la máquina virtual no se crea solo con este software. También es necesario tener el sistema operativo que se quiere instalar en la misma, por lo general en formato ISO, y que se puede descargar desde las páginas oficiales. Así, desde esta página se puede descargar Ubuntu, una de las distribuciones de Linux más populares.
Por último, también es preciso contar con una configuración de hardware generosa en el ordenador anfitrión, dado que la máquina virtual necesitará su propia «ración» de procesador, memoria RAM y espacio en disco. Tener recursos suficientes permitirá ejecutar el sistema operativo virtual sin que el equipo real se resienta ni presente problemas de rendimiento.
- Siga en Twitter a la autora del artículo, Elena Santos @chicageek.