Así contribuye la dieta mediterránea vegana a mejorar la salud cardiovascular

La dieta mediterránea, ya conocida por sus beneficios para el corazón, se vuelve aún más saludable al reemplazar las proteínas animales por legumbres, según revela un nuevo estudio
Por Sonia Recio 5 de diciembre de 2024
dieta mediterránea vegana y salud cardiovascular
La dieta mediterránea es reconocida por sus beneficios para la salud, pero aún puede optimizarse. El estudio OMNIVEG, realizado por la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) en colaboración con ISGglobal y la Universidad Rey Juan Carlos, ha demostrado que sustituir proteínas animales, especialmente carnes rojas y procesadas, por proteínas vegetales, en concreto legumbres, puede aumentar los beneficios cardiovasculares de esta dieta. En solo cuatro semanas, los investigadores observaron una reducción significativa del colesterol total, del colesterol LDL (conocido como «colesterol malo»), la presión arterial y el índice linfocitos-neutrófilos, un indicador de inflamación crónica leve. Estos resultados respaldan las recomendaciones de organismos como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), que aconseja consumir entre cuatro y siete raciones de legumbres a la semana para una dieta saludable y sostenible.

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Dieta mediterránea vegana y salud cardiovascular

El estudio OMNIVEG se propuso explorar si, a los ya conocidos beneficios de la dieta mediterránea, se podían sumar ventajas adicionales al reemplazar las proteínas animales por vegetales. “Todas las líneas de evidencia científica actual indican que sustituir el consumo de proteína animal, principalmente carne roja y procesada, por proteína vegetal, dígase legumbres, induce innumerables beneficios sobre la salud cardiovascular”, explica Miguel López Moreno, principal autor del estudio, dietista-nutricionista y profesor en la UFV.

Partiendo de esta premisa, el equipo de investigadores formuló la hipótesis de si aumentar la proporción de vegetales integrales en la dieta mediterránea podría aportar beneficios adicionales en términos de salud cardiovascular. De esta forma, sustituyeron las proteínas animales por legumbres, incrementando su consumo a diario, en línea con las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que sugieren consumir entre cuatro y siete raciones de legumbres a la semana.

ensaladas fáciles con legumbres de bote
Imagen: YelenaYemchuk / iStock

Así se realizó el estudio OMNIVEG

En el estudio OMNIVEG participaron 14 hombres jóvenes y sanos, quienes siguieron tanto la dieta mediterránea tradicional como su versión vegana. Solo se incluyeron varones porque, además de evaluar parámetros de salud, también se midió el rendimiento físico.

Según explica López Moreno, “los cambios fisiológicos que ocurren durante las distintas fases del ciclo menstrual implican que el rendimiento pueda fluctuar en cada una de las mismas y, por ende, que la evaluación del rendimiento físico deba estandarizarse en una fase concreta del mismo para obtener mediciones fiables”.

El estudio se dividió en dos grupos: uno siguió una dieta mediterránea omnívora durante cuatro semanas, mientras que el otro adoptó su versión vegana. Después, los grupos intercambiaron sus dietas y repitieron el proceso. Los omnívoros pasaron a ser veganos, y viceversa.

Todos los participantes realizaban ejercicio de intensidad moderada a vigorosa entre tres y cinco días a la semana, cumpliendo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Esta cuestión es muy importante porque, generalmente, se cree que el ejercicio físico por sí solo es suficiente para mantener una buena salud cardiovascular, y que la dieta ofrece pocas oportunidades adicionales de mejora”, destaca el investigador.

👉 Una dieta adaptada a cada participante

En el estudio los investigadores se centraron en analizar los efectos específicos de cada dieta, sin que factores como la cantidad de calorías o los cambios en la composición corporal afectaran a los resultados. Al aumentar el consumo de vegetales integrales, también incrementaron la ingesta de fibra y compuestos antioxidantes, como los polifenoles, a los que pueden atribuirse beneficios a nivel cardiovascular.

cremas verduras otoño
Imagen: Mizina / iStock

En un primer momento, podría pensarse que los participantes, al ser personas sanas y activas físicamente, no tenían margen para mejorar sus indicadores de salud cardiovascular. Sin embargo, los resultados del estudio muestran que incluso en individuos saludables es posible lograr mejoras significativas a través de la alimentación.

“Esto es especialmente importante, ya que los efectos perjudiciales de algunos marcadores cardiovasculares (colesterol total y el LDL), se acumulan con el tiempo. Cuanto más tiempo se mantengan elevados, mayor es el riesgo para la salud cardiovascular”, enfatiza López Moreno. Intervenir desde edades tempranas puede ser una medida preventiva clave para proteger la salud del corazón a largo plazo.

OMNIVEG tuvo una duración de ocho semanas, durante las cuales los investigadores prestaron especial atención a la dieta. “Elaboramos una dieta mediterránea y una dieta mediterránea vegana específica para cada sujeto de acuerdo con sus preferencias y requerimientos energéticos, para que fueran semejantes en términos de aporte energético y de macronutrientes durante cada uno de los dos tipos de dieta a seguir”, explica López Moreno. 

Mejoras en la salud visibles a las cuatro semanas

Tras cuatro semanas siguiendo una dieta mediterránea basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal, los resultados mostraron beneficios claros para la salud cardiovascular:

  • Reducción del colesterol plasmático.
  • Disminución del colesterol LDL (el conocido «colesterol malo»).
  • Reducción de la presión arterial.
  • Mejora del ratio linfocitos-neutrófilos, un marcador de inflamación crónica de bajo grado, en comparación con la dieta mediterránea tradicional.

Los beneficios obtenidos siguiendo una dieta mediterránea basada exclusivamente en alimentos de origen vegetal se lograron a través de alimentos. “Únicamente se suplementó con vitamina B12. El consumo energético y de macronutrientes fue equivalente en ambas dietas basadas exclusivamente en alimentos”, recalca López Moreno. 

“Estos resultados no son baladí, ya que estamos comparándolo con una dieta mediterránea, patrón de referencia para la salud cardiovascular. En otras palabras, los beneficios observados se suman a los que ya se saben que aporta la dieta mediterránea”, subraya López Moreno. Y concluye, “quitar o no la proteína animal es una decisión individual, ahora bien, nuestro deber como profesionales sanitarios es transmitir mensajes sobre salud basados en la evidencia científica”.

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