Es casi imposible precisar cuánta ropa debe llevar un bebé, porque la temperatura y la humedad que le rodean son variables y cambiantes. Dicho esto, que suena poco alentador, conviene matizar que sí existen algunas pautas y consejos prácticos para acertar con la cantidad de abrigo ideal.
- Los recién nacidos no regulan bien la temperatura, de modo que hay que abrigarlos bien, pero sin exagerar, ya que el exceso de calor puede provocarles fiebre.
- Conviene tener muy presente que la tendencia natural es a abrigarles demasiado, de modo que en la práctica cotidiana es más frecuente que tengan un exceso de calor que de frío.
- La norma más sencilla y útil es abrigarles tanto como desearía cualquiera que se hallase en su lugar, sin olvidar que ellos están quietos y eso supone producir menos calor y necesitar un poco más de abrigo. En concreto, una prenda más.
- La temperatura ambiente es tan importante como la ropa. Durante el día, debe estar entre los 22 y los 24 grados, mientras que por la noche no conviene que supere los 22 grados.
- Tampoco son convenientes los cambios bruscos de temperatura, las corrientes de aire y los ambientes demasiado calurosos o ‘cargados’, ya que les causa irritabilidad.
- Una manera de saber si el niño se encuentra bien es colocar nuestra mano entre su cuerpo y la ropa, para medir el calor. Eso sí: es preciso recordar que los bebés no transpiran.
- Las piernas y los brazos (más que las manos y los pies) son buenas referencias de frío y calor. También la pérdida de color en las mejillas puede indicar que necesita algo más de abrigo.
- Si la idea es salir de casa -donde no se puede controlar la temperatura ambiente-, una solución muy práctica es usar varias prendas, es decir, varias capas, en lugar de una sola prenda muy abrigada. De este modo, habrá más margen para quitar o poner abrigo según cambien las condiciones exteriores, y sin tener que desnudarlo al completo.