Con el paso del tiempo es posible que las lámparas metálicas de la vivienda pierdan su brillo o presenten manchas de oxidación. Para retirar el óxido es imprescindible emplear productos que no sean abrasivos sobre el metal, ya que el que compone las lámparas no suele ser duro ni basto, pudiendo llegar a dañarse con mayor facilidad.
También se pueden lijar las manchas de óxido, teniendo sumo cuidado. Una solución más eficaz puede consistir en el empleo de productos específicos que permiten ser utilizados directamente sobre el óxido, ocultándolo.
Para evitar que el óxido vuelva a hacer acto de presencia se puede sumergir la lámpara en sosa cáustica, siempre que se hayan retirado previamente las bombillas y protegido su cableado. También es factible adquirir productos específicos para proteger superficies de metal.
En ocasiones puede ser necesario renovar el aspecto de las luminarias para que conjuguen con la nueva decoración de la estancia sin tener que deshacernos de ellas. Antes de proceder a pintar una lámpara de superficie metálica debemos de comprobar la correcta fijación de todas sus partes, y que éstas no se muevan.
Si al realizar esta comprobación se advierte que se pueden desmontar algunas partes de la lámpara es recomendable hacerlo, para facilitar el proceso de limpieza y pintado. Si las uniones entre las diferentes piezas son roscadas es recomendable taparlas con cinta aislante, al igual que las zonas cercanas al cableado, para evitar que la pintura se introduzca en ellas. De esta forma tendremos mayor garantía de que la lámpara continuará funcionando correctamente una vez que hayamos acabado de decorarla, además de poder volver a unir las piezas con mayor facilidad, al no encontrarse manchadas de pintura.
Antes de proceder a pintar una lámpara es aconsejable cerciorarse de que el producto que se vaya a aplicar es compatible con la superficie que se va a pintar y compatible con el calor, asegurándonos su correcta fijación sobre la superficie metálica. Podemos utilizar pintura en spray, lo que facilitará el proceso, o pintura de bote, que se aplicará con un pincel de pequeño tamaño y poco empapado en pintura, extendiendo ésta para lograr un acabado uniforme.