Aunque no es lo más habitual, fruto de un accidente, los cristales pueden resquebrajarse y hacer necesario su cambio o reparación. Pero hay ocasiones en las que su sustitución puede que no compense, por ejemplo si se trata de un cristal de grandes dimensiones que se ha resquebrajado y se encuentra en un lugar no muy visible. Entonces se puede optar por una solución más barata, pegarlo.
El proceso de pegado de vidrio es muy delicado porque el encolado siempre se notará debido a la transparencia del cristal. No obstante, el cristal se puede pegar con un pegamento de cianoacrilato o con pegamento epoxi; conviene saber que los pegamentos más eficaces son los que se endurecen al recibir los rayos ultravioleta procedentes del sol.
Lo primero que hay que hacer es limpiar los trozos que se han de pegar con tricloroetileno para luego extender una capa fina de pegamento sobre los bordes que han de acoplarse. Habrá que unir los diferentes trozos del cristal y sujetarlos con papel adhesivo o celo para evitar que se muevan mientras se están pegando. Por último, dejar secar el cristal a la luz del sol para que el pegamento se endurezca al recibirla.