A pesar de que las azaleas son unas plantas que tienen la particularidad de cubrirse de flores, muchas veces muestran una gran tardanza en su floración y la carencia de éstas provoca que no se distinga estos ejemplares de un simple arbusto, y en consecuencia, que no se puedan admirar de igual forma, ya que son las propias flores de color llamativo, las que embellecen la planta.
La principal causa de que no se produzca esta floración es que la planta se riegue en exceso, y también puede ocurrir porque se encuentre expuesta a corrientes de aire después de realizarse el riego. La recomendación inmediata en estos casos es la de dejar secar la planta en lugar poco húmedo y con escasez de corrientes. Cuando se haya recuperado se recomienda regarla en menor cantidad y con menos frecuencia.
Para conseguir que los ejemplares de azalea se desarrollen sin problemas es recomendable plantarlos en terrenos bien ricos en materia orgánica, ácidos, con un pH entre 4,5 y 5,5 y con un buen drenaje. Asimismo es conveniente abonarla cada dos semanas a lo largo del periodo de floración. También sería conveniente en esta época utilizar un abono líquido para plantas de suelo ácido.
No obstante la azalea no debe abonarse a lo largo del verano o después de trasplantarla, tarea que debe de llevarse a cabo en primavera. Si pretendemos trasplantarla una vez pasada la primavera debemos esperar para volver a abonarla a la llegada del otoño. La planta nunca debe de estar seca, pero si llega a secarse se debe colocar en un cubo de agua templada y esperar a que dejen de salir burbujas, señal de que su cepellón se ha empapado bien.