Los canalones recogen el agua de lluvia que se acumula en el tejado o la fachada de un edificio y la transportan hasta el suelo. A través de ellos, las aguas pluviales se recuperan para evitar que dañen la estructura del inmueble o causen problemas de humedad en la construcción. Su diámetro se calcula a partir de la dimensión de la cubierta y de la cantidad de agua que se acumula en ésta, es decir, del volumen que el canalón tendrá que desaguar.
Se trata así de evitar posibles deformaciones si se canaliza más agua de la que la estructura es capaz de soportar. A ello también contribuyen los ganchos con los que se fijan los canalones a la fachada, que los sujetan firmemente para contrarrestar el peso del agua, así como la inclinación que se debe respetar al colocar el canalón para que el agua viaje hasta el suelo.
Conducen al suelo las aguas pluviales para evitar daños en los edificios por humedad
Pero además, con estas medidas, se evitan los temidos escapes de agua. Estos pueden producirse en cualquier punto del canalón -el paso del tiempo o el deterioro de la instalación puede originar pequeños agujeros- o en las juntas o uniones, el lugar más común. Por lo general, la estructura está compuesta por tramos de canalón que miden entre 2 y 3 metros. Cada tramo se une al siguiente mediante soldadura, por lo que es en estas zonas donde aumenta el riesgo de escape, rotura o deformación.
Con la intención de reducir este riesgo, algunos fabricantes disponen de canalones sin empalmes, cuya principal ventaja es la estanqueidad. La longitud máxima sin juntas oscila entre 25 y 35 metros en tramos rectos, según el instalador. Además, los canalones son sometidos a un tratamiento de sellado impermeabilizante en los nacimientos y en las terminaciones para evitar fugas en cualquier punto del recorrido.
Fijaciones ocultas y tubos lacados
En los tramos más cortos de los canalones se pueden instalar fijaciones ocultas para mejorar el aspecto externo de las bajantes. Ya sean redondos o rectangulares, los canales se pueden sujetar con ganchos que se esconden en la fachada, en lugar de agarrarse a ésta.
El color de los canalones se adapta al de la fachada o las ventanas
La importancia que se da al aspecto externo ha propiciado, incluso, la aparición de canalones lacados que se adaptan al color de la fachada o las ventanas. Para ello, se utiliza laca que resiste la corrosión (antioxidante). Hay una amplia gama de colores. Además de los tradicionales canalones blancos, grises y negros, se pueden encontrar en marrón, verde o pizarra. El acero inoxidable y el aluminio son los materiales más adecuados para lacar, aunque también se fabrican canalones en cobre, zinc, titanio y pvc.
Sobre los canalones se suelen depositar residuos, hojarasca, polvo, musgo, ramas, piedras u objetos traídos por los pájaros y el viento. La acumulación de estos objetos llega a obstruir la salida del agua por las bajantes, por lo que es necesario limpiar los canalones periódicamente o, al menos, una vez al año.
Hay que limpiar la suciedad que se acumulan a la entrada de los canalones al menos una vez al año
Hay que eliminar los residuos que se acumulan a la entrada de los canalones, especialmente si esta zona no cuenta con un colador que deje pasar sólo el agua. Es importante retirar los residuos de mayor tamaño para que no se queden atascados en el interior del canalón, lo que provocaría un atasco en la bajante.