La Thuja occidentalis, conocida popularmente como tuya o árbol de la vida, es un ejemplar conífero, compacto, denso, de forma alargada y cónica, de hojas aromáticas, que se desarrolla fácilmente en una maceta, siempre y cuando le hayamos aportado una ubicación en la que reciba de forma directa los rayos del sol una vez al día.
En caso de no recibir los tan preciados rayos solares la copa del ejemplar dejará de ser compacta y densa, sus tallos se alargarán y perderán sus hojas, con lo que su magnífico porte se verá sumamente afectado. Asimismo, será más propensa a sufrir los ataques de las plagas y a contraer enfermedades.
Por lo tanto deberá ubicar la tuya en una zona soleada, sobre todo durante el invierno, y abonarla una vez al mes con un producto específico para coníferas, especialmente desde la primavera hasta finales de otoño, su época de crecimiento.
Se trata de un ejemplar perteneciente a la familia de las cupresáceas, al igual que el tejo, el ciprés o el enebro. Este árbol de hoja perenne puede llegar a alcanzar diferentes alturas, según su lugar de origen. La Thuja occidentalis es oriunda de Norteamérica y puede llegar a alcanzar los 15 metros de altura. La variedad orientalis es originaria de China, Mongolia y Corea y no suele superar los 10 metros de altura. La Thuja plicata o cedro rojo proviene del oeste de Estados Unidos y es el ejemplar de mayor tamaño de la especie; llega a alcanzar los 40 metros de altura.
Existen también especies enanas, que no suelen superar el metro y medio de altura, y que poseen un aspecto similar al de un arbusto. Estos ejemplares de reducido tamaño suelen ser cultivados en macetas, ubicadas en el balcón o terraza.