El vinilo es un revestimiento flexible que exige para su colocación una preparación previa del suelo. La superficie debe estar lo más nivelada posible y sin irregularidades. Es una condición común en los dos formatos disponibles: continuo y en losetas. El primero se vende en rollos de diferentes anchuras, de 2 a 4 metros, mientras que el segundo está compuesto por baldosas independientes autoadhesivas. Los revestimientos vinílicos en rollo son adecuados para estancias pequeñas. El motivo es que su proceso de colocación es complicado, ya que consta de corte y encolado del material. Las losetas de vinilo son autoadherentes y simplifican el trabajo, pero es necesario un trazado previo del suelo.
Aclimatación y planificación
La naturaleza sintética del vinilo favorece que se adapte con dificultad a los cambios bruscos de temperatura. Por este motivo, tanto si se coloca en rollo como en losetas, es aconsejable que el material permanezca desde el día anterior en la estancia donde se colocará, a una temperatura de 15º C a 20ºC para que se aclimate.
Si se opta por las losetas de vinilo, con anterioridad a su colocación, conviene también realizar un trazado de la estancia. En primer lugar, hay que dividirla en cuatro partes, dibujar dos ejes perpendiculares, de manera provisional, y marcar como referencia el punto en el que se cruzan. A continuación, se colocan las losetas sin despegar la película protectora, hasta conseguir una distribución correcta. Las dos primeras hiladas de baldosas deben fijarse a lo largo de los dos ejes y el resto, escalonadas. Cuando la composición sea la acertada, conviene marcar con fuerza los dos ejes y el punto de intersección para que sirvan de guía.
Una vez que se ha elegido la disposición, se retira la película protectora de las losetas y se fijan al suelo en la posición que corresponda. Para asegurar su total adherencia, es recomendable alisar cada una de ellas con una espátula o un mazo de caucho.
Juntas en los rollos
El mayor inconveniente en la colocación de un revestimiento vinílico en rollo es la complejidad del proceso, compuesto por dos pasos: corte y encolado del material. Si las dimensiones de la estancia exigen la utilización de varias tiras de revestimiento, hay otro obstáculo que salvar. Son las uniones entre ambos pliegos. Para disimular su efecto, es preferible colocar las tiras en perpendicular al punto de donde provenga una mayor cantidad de luz natural. De este modo, las juntas resultan menos apreciables.
Es aconsejable que el material permanezca desde el día anterior en la estancia donde se colocará
Para que con el paso del tiempo las uniones permanezcan intactas y sin desplazarse, hay que realizar una operación de refuerzo. Una vez que se reviste el suelo, se localizan las distintas juntas y se recubre todo su perímetro con cinta adhesiva. A continuación, se repasan las uniones con un cúter para cortar el espacio que hay entre los dos límites de tiras. Por ese hueco se aplica cola incolora específica para revestimientos vinílicos. De esta manera, se suelda el material y se crea una junta de estanqueidad.
Los suelos de vinilo están compuestos por PVC. Son superficies impermeables que soportan el contacto con el agua. Por eso, su mantenimiento resulta simple. Para la limpieza diaria basta con pasar una fregona mojada en una solución de jabón neutro y agua. De forma regular, pueden utilizarse ceras específicas para obtener un brillo mayor y aumentar la protección del revestimiento.
No es aconsejable emplear abrillantadores comunes en las superficies de vinilo, ya que se vuelven más resbaladizas. Los suelos de PVC tampoco deben limpiarse con productos corrosivos, alcalinos o detergentes muy fuertes. De lo contrario, es posible que decoloren sus diseños y dañen la superficie.