La correcta posición del televisor implica algo más que comodidad. La salud -sobre todo en relación con los ojos, pero también el cuello y otras áreas cercanas- puede resultar afectada si se fija la vista durante mucho tiempo en una pantalla que está demasiado cerca o lejos o bien más alta o más baja de lo aconsejable. También se debe prestar atención a la iluminación de la estancia donde está la tele para que sea la adecuada.
Colocar el televisor a la distancia justa
En la última década, los televisores han experimentado una verdadera revolución. Los viejos aparatos de tubo y pantallas curvas dejaron su lugar, de manera masiva, a equipos modernos basados en nuevas tecnologías: plasma, LCD, LED. Esto, sumado a las nuevas posibilidades de acceder a cadenas y retransmisiones (TDT, señales digitales, SmartTV, etc.), ha modificado la manera de consumir televisión. Sin embargo, más allá de los cambios sucedidos en tan corto lapso, una cuestión sigue tan vigente como en tiempos de los rayos catódicos: la ubicación -altura y distancia de los ojos- de la pantalla.
Desde siempre se ha desaconsejado mirar la tele desde muy cerca. La distancia mínima recomendada oscilaba entre 1,5 y 2 metros para proteger la salud de los ojos. Hoy en día es más difícil hacer afirmaciones tan generales. Esto se debe a que se han difundido las pantallas de todos los tamaños y no es extraño visitar a alguien y descubrir en su casa un televisor de 20 pulgadas, de 80… o incluso más.
Las dimensiones de la pantalla se deben adecuar al tamaño de la estancia y a la distancia desde la cual se observará
El tamaño importa, y no siempre más grande es mejor. Las dimensiones de la pantalla se deben adecuar al espacio de la estancia donde se encuentre y a la distancia entre la imagen y el lugar desde el cual se observe. Una pantalla de 20 pulgadas resulta demasiado pequeña si se debe observar desde una distancia igual o superior a cuatro metros. Provocará fatiga visual, jaquecas, etc. Pero el caso contrario, una pantalla muy grande de 70 u 80 pulgadas que se deba observar desde dos metros de distancia, también será dañina para la vista. Además, la calidad de la imagen -salvo que la señal sea de muy alta definición- tampoco será la óptima.
El televisor, a la altura de los ojos
Con relación a la altura, lo recomendado por los expertos es que el centro de la pantalla se sitúe a la altura de los ojos. Es decir, dependerá de la posición en la que se coloquen las personas que miran esa tele de manera habitual. Para tener una idea más o menos general, los ojos de una persona de estatura media sentada en un sillón o sofá de tamaño normal quedan a una altura -desde el suelo- de entre 85 centímetros y un metro. De esta manera, el centro de la pantalla debería estar dentro de ese rango de altura.
Si el televisor no está en el salón, sino en otro lugar, como el dormitorio, su situación puede variar. A menudo, en esas ocasiones se coloca a una altura considerable, cerca del techo. Una medida de este tipo resulta perjudicial si hay que mirar la tele sentado a la mesa -como ocurre en los bares, donde el televisor debe estar en alto para que se vea desde todos los lugares-, pero no si se ve desde la cama, con la cabeza apoyada sobre la almohada o un cojín. Sí hay que considerar en este caso la posición de la pantalla: lo mejor será que no esté vertical sino que, gracias a una estructura de sujeción, pueda tener una inclinación hacia el lugar desde donde se observará.
Uno de los accidentes domésticos más temidos, sobre todo en las casas donde viven niños, es la caída del televisor. Si con los aparatos antiguos el riesgo principal se debía a las dimensiones y peso del conjunto, con los equipos más modernos hay que restar algo de peso, pero sumar mayor inestabilidad, ya que su superficie de apoyo es mucho menor. Conviene, por lo tanto, extremar al máximo posible las medidas de seguridad, tanto en relación a lo que puedan hacer los niños como a eventuales roces, debido a que estén junto a una zona de paso.
Tampoco se puede olvidar la iluminación como factor fundamental en el momento de crear las condiciones idóneas para mirar la tele sin perjudicar la salud. Para evitar los contrastes muy fuertes, que exigen forzar demasiado la vista, se debe añadir una fuente de luz suave en la estancia del televisor. La pantalla no debe ser la única luz, ni tampoco añadirse una lámpara muy potente. Esa luz suave puede provenir desde la espalda de los telespectadores, de un lateral o de la parte trasera de la pantalla, aunque en este último caso debe estar orientada en sentido opuesto, sin incidir sobre los ojos de quienes miran el televisor.