La piedra natural se utiliza, en su mayoría, en fachadas, muros exteriores, suelos y caminos de acceso a patios y jardines. Los tipos más empleados son los sillares, con formas regulares o simétricas, y los mampuestos, con formas irregulares o sin corte específico. Se coloquen unos u otros, en revestimientos o pavimentos, el procedimiento ha de seguir unas normas básicas que respeten las características especiales de la piedra natural y tengan en cuenta sus peculiaridades.
Preparar el soporte
El rocío crea una capa de agua que dificulta la colocación
El primer paso, según el Centro Tecnológico Andaluz de la Piedra (CTAP), es la preparación del soporte. Ha de ser «una superficie sana y libre de todo elemento extraño». Antes de colocar el adhesivo, hay que asegurarse de que el soporte está limpio, seco, sin polvo y nivelado. También hay que comprobar que tiene una consistencia «elevada» y una porosidad y rugosidad superficial «suficiente para facilitar la adherencia de los productos». «A mayor rugosidad y porosidad del soporte, se conseguirá mayor adherencia entre el soporte y el producto de colocación», explica el CTAP.
Por otro lado, para evitar que la humedad estropee el material o complique su agarre, conviene impermeabilizar los pavimentos. La existencia de rocío en el terreno origina una capa de agua entre el soporte y el adhesivo que dificulta la colocación. Ésta se realiza sobre soportes de hormigón y cemento, con baldosas limpias y secas, cuando el adhesivo aún no ha comenzado a fraguar.
Elegir el adhesivo
En exterior, el adhesivo debe absorber las dilataciones y contracciones originadas por cambios de temperatura
La elección del adhesivo es un factor clave. En revestimientos externos, por ejemplo, se debe emplear un producto que absorba las dilataciones y contracciones originadas por cambios de temperatura. No obstante, hay que seguir las instrucciones que aparecen en la ficha técnica de cada producto.
Respecto a la aplicación, una llana dentada es lo más conveniente. Su tamaño dependerá de la dimensión de las piezas que se coloquen, pero ha ser adecuado para aplicar una primera capa fina con la parte lisa y una segunda capa con la parte dentada. En ningún caso el espesor del adhesivo debe sobrepasar las recomendaciones del fabricante o extenderse sobre una superficie superior a dos metros cuadrados, «ya que podría empezar a fraguar».
Cuando las piezas sean pequeñas, basta con aplicar el adhesivo en el soporte, mientras que para piezas mayores se puede recurrir a la técnica de doble encolado, con adhesivo también en la cara inferior de la baldosa o azulejo para mejorar el agarre. Por otro lado, el CTAP recomienda evitar el sol directo y las corrientes de aire «durante las primeras horas de endurecimiento del mortero de rejuntado» y respetar una separación o junta mínima de dos milímetros.
La masilla ha de cubrir todos los huecos
Las juntas rodean cada una de las piezas. Se encargan de fijarlas al soporte y unirlas entre sí para que no se muevan. Con este objetivo, la masilla que se aplica en las juntas ha de cubrir todos los huecos. Se puede mejorar su adherencia con una imprimación previa.
Las masillas fluidas se aplican generalmente por vertido, mientras que las demás se aplican con pistola. Además, el CTAP recomienda evitar que se formen burbujas y vacíos, realizar una inspección de la junta cada cinco años para detectar la existencia de grietas o fisuras, hacer el rejuntado cuando el adhesivo haya endurecido “completamente”, quitar el producto sobrante con el dedo y limpiar la superficie de las baldosas con una esponja húmeda.