En ocasiones, la humedad que afecta a fachadas y paredes proviene del propio suelo. El agua asciende por los muros, por efecto de capilaridad, hasta dañar primero los cimientos y después, los muros. El corte de capilaridad, el drenaje de una superficie antes de edificar o un corte de estanqueidad químico son algunas soluciones a la filtración de agua. La construcción del edificio en un suelo arcilloso, la fuga de una tubería o la acumulación de aguas pluviales son responsables de la aparición de este problema. Atajar la humedad subterránea es fundamental. Los efectos más habituales son las manchas, en su mayoría blancas, en la parte inferior de las paredes, pero también provoca desprendimientos de los materiales que las revisten.
Prevención
En general, los edificios de nueva construcción disponen de un corte estanco horizontal, situado a unos 15 cm del suelo, en la parte inferior de las paredes. Se denomina corte de capilaridad y previene la aparición de la humedad subterránea. Esta junta de estanqueidad está compuesta de fieltro bituminoso o mortero de clase hidrófugo.
Pese al corte de capilaridad, en algunos terrenos que tienen una mayor permeabilidad y concentran más cantidad de agua, el riesgo de que las construcciones sufran humedad subterránea es mayor. Por eso, otra de las fórmulas para prevenir su aparición es drenar la superficie antes de la edificación. La operación consiste en cavar una zanja alrededor de la casa, instalar en ella tuberías porosas que recojan el exceso de agua y lo evacuen en un pozo. Para finalizar, el surco se debe taponar con materiales sintéticos o naturales que actúen como filtro.
Barreras químicas
Las casas antiguas, en su mayoría, no están protegidas con cortes de capilaridad. Para llevarlo a cabo, es posible recurrir a trabajos de albañilería o a soluciones químicas. En el primer caso, se deben levantar las paredes afectadas y sustituir el material antiguo por otro que sea hidrófugo.
Las mezclas hidrófugas están compuestas por cemento, cuarzo y resina
Otra opción es realizar un corte de estanqueidad químico. Se emplean mezclas hidrófugas, compuestas por cemento, cuarzo y resina. Se inyectan a presión en agujeros perforados en las bases de las paredes. En un primer momento, el producto se carga de agua, después se endurece y se transforma en cristales hidrófobos que repelen la humedad. Esta operación también se utiliza para reforzar un corte de estanqueidad ya realizado.
Para endurecer un corte de capilaridad deteriorado o para crear uno en edificaciones que no disponen de él, es posible utilizar soluciones químicas. El éxito del trabajo depende, en gran medida, de que el modo de inyectarlas sea correcto. Para empezar, es preciso considerar que para cada metro cuadrado de superficie se necesitan unos 3 litros de producto.
Si las paredes afectadas son macizas, es recomendable practicar la inyección desde el exterior, mientas que si son huecas se debe efectuar en las dos caras del muro. Las perforaciones por las que se inyecta la solución química deben situarse por encima de la junta de estanqueidad. Conviene que estén separadas por una distancia no inferior a 12 metros y su profundidad debe rondar los 75 mm. Una vez que la solución química está inyectada, la superficie debe secarse durante al menos dos días. Para finalizar, se enluce con mortero y se coloca de nuevo el revestimiento mural.