Aunque hayamos logrado que de unas semillas surjan unas plántulas, no debemos pensar que el trabajo que hay que realizar para conseguir que dichos ejemplares prosperen está finalizado.
Las plántulas todavía son muy débiles y, sobre todo, no son capaces de soportar los cambios bruscos de temperatura. Por este motivo es recomendable buscarles un emplazamiento cálido y procurar no cambiarlas de ubicación ni moverlas durante las primeras semanas, una vez hayan brotado.
La tierra sobre la que se desarrollen debe mantenerse siempre húmeda, siendo tan nefasto el exceso como el defecto de riego, porque se marchitarían rápidamente. Vigile el estado de las plántulas con el objetivo de prevenir las plagas. Si puede añada algún tipo de insecticida a base de cobre, con él logrará que los hongos desaparezcan.
Evite que el efecto lupa queme la parte aérea de sus ejemplares, porque son muy sensibles a las quemaduras provocadas por los rayos del sol. Cuando las hojas de sus plantas nacidas en semilleros comiencen a tocarse será el momento de realizar el trasplante a su ubicación final.