Un cuidado apropiado de las cerdas de pinceles y brochas garantiza una mayor vida útil para estas herramientas. Y esto redunda en un mejor aprovechamiento de los utensilios, un ahorro económico y en reducir la cantidad de desechos que se generan. Este artículo destaca la importancia de limpiar bien los pinceles para que duren más y explica cómo hacerlo con papel de periódico, disolventes, agua y jabón. Ofrece, además, una serie de consejos para un buen mantenimiento de las cerdas de los pinceles.
Limpiar bien los pinceles para que duren más
Las cerdas constituyen la parte más importante, y a la vez la más delicada, de brochas y pinceles. Del tiempo que estas permanezcan en buenas condiciones dependerá la vida útil de las herramientas. Por eso, se debe tener especial cuidado con estos elementos con el fin de sacar el máximo partido posible y prolongar la utilidad de estas piezas imprescindibles para pintar.
A menudo, la tarea de pintar resulta engorrosa y, al finalizar, apetece guardar los utensilios como estén y olvidarse del trabajo. Hay que tener en cuenta que, muchas veces, pasa bastante tiempo hasta la siguiente ocasión en que se necesiten de nuevo los pinceles y las brochas. Si se actúa de esta manera, el resultado es inequívoco: cuando las herramientas de pintura vuelvan a ser necesarias, estarán inservibles.
Por eso, al terminar conviene limpiar las cerdas a conciencia, para evitar que la próxima vez haya que salir a comprar pinceles nuevos.
Quitar la pintura de la brocha
El primer paso para limpiar las cerdas es quitar la cantidad más abundante de pintura que quede en ellas y que ya no se ha de utilizar. La mejor manera de hacerlo es pasar el pincel, con bastante fuerza y por ambos lados, sobre una superficie que no sirva y se pueda descartar, como papeles de periódico.
Las cerdas de los pinceles se deben dejar secar en posición vertical, para que mantengan su forma correcta
El propio papel de periódico se puede emplear para retirar la pintura que quede entre las cerdas, siempre con movimientos longitudinales desde la unión de las cerdas y el cuerpo de la brocha hacia las puntas de los pelos.
A continuación, corresponde eliminar los restos de pintura que permanecen adheridos a las cerdas. En este punto es necesario conocer el tipo de pintura que se ha empleado, porque de esa información dependerá la sustancia que resulte más apropiada para ejecutar la limpieza.
Limpiar el pincel con agua, jabón y disolventes
Para las pinturas al agua y colas blancas, basta con agua y jabón neutro para limpiar las cerdas del pincel. Tras quitar los restos de pintura o cola, conviene dejar que el pincel se seque sin aclarar, ya que esto ayuda a las cerdas a conservar su flexibilidad.
Para otras pinturas, como las sintéticas, plásticas o barnices, agua y jabón no serán suficientes. Habrá que emplear algún tipo de disolvente, que dependerá de la clase de pintura que se haya utilizado. En muchas ocasiones, esta información viene en la etiqueta del bote de pintura. Después de usar el disolvente, también es momento de limpiar con agua y jabón y dejar sin aclarar.
Lo más adecuado es dejar que los pinceles se sequen en un espacio con buena ventilación. Es importante colocarlos en posición vertical: pueden quedar colgados del mango (con tal finalidad, la mayoría de los pinceles poseen un agujero cerca del extremo del mango) o bien con las cerdas hacia arriba. De esta manera, la gravedad no afectará a la posición de las cerdas mientras se secan, y se reduce el riesgo de que alguien apoye algo encima sin darse cuenta o que se caigan al suelo, en el caso de que se dejen secando en el borde de una mesa, con las cerdas al aire.
Además de realizar el proceso detallado hasta aquí, se recomienda seguir estas pautas para aprovechar al máximo el rendimiento y la vida útil de brochas y pinceles.
Cuando se compra un pincel nuevo, meter en agua hirviendo las cerdas y la parte en que estas se unen con el mango, dejarlas durante unos segundos y luego sacarlas. De esta manera, se logra una fuerte adherencia entre las partes y hace que la herramienta dure más.
Si se interrumpe el trabajo por poco tiempo (para hacer un descanso, comer o incluso si es tarde y se ha de continuar al día siguiente), no hace falta limpiarlo en profundidad. Es suficiente con guardarlo en una bolsa de plástico y cerrarla de forma hermética.
Cuando el pincel está seco y pasa mucho tiempo sin uso, sobre todo en condiciones de mucha humedad o altas temperaturas, las cerdas pueden deformarse y doblarse hacia fuera, lo cual es perjudicial para el trabajo. Un recurso para evitarlo es envolver las cerdas con un par de gomas elásticas, siempre y cuando estas mantengan la forma de las cerdas pero no las presionen demasiado.