Cada cierto tiempo conviene revisar los grifos y los sifones del hogar para comprobar que están en buen estado y que no existen pequeñas fugas. Una vez que se haya verificado el estado de las tuberías también hay que prestarle atención a la presión con la que sale el agua.
Si la grifería tiene pocos años no debería existir ningún problema pero si ya han pasado varios años desde su instalación es muy probable que poco a poco vaya disminuyendo la presión con la que el agua sale, es decir que el chorro de agua no tenga la potencia que tenía antaño.
Para solucionar este pequeño problema hay que actuar de la siguiente manera:
– se desenrosca la rejilla externa por la que sale el agua dosificada del grifo.
– se limpia convenientemente y de paso se comprueba que el grifo no tenga ningún otro elemento que lo obstruya. Si la pieza está muy deteriorada es aconsejable sustituirla por otra nueva.
– se enrosca de nuevo la rejilla y se comprueba que la presión con la que sale el agua es la misma con la que lo hacía cuando se instaló.
Otro indicio de que la rejilla está sucia o que necesita ser reemplazada es observar que el chorro de agua no es uniforme, es decir, que existen zonas de la boca del grifo por las cuales no sale agua.