El proceso de repicado es muy importante para conseguir aportar a los ejemplares que se desarrollan a partir de semillas el espacio y los nutrientes necesarios para que crezcan sin problemas.
Consiste en sacar del semillero los ejemplares una vez que la plántula que nace a partir de cada semilla ha comenzado a crecer. De esta forma evitará que los ejemplares se estorben unos a otros y las plantas crezcan más grandes y sanas, al disponer de más espacio.
Podrá realizar este proceso seis semanas después de haber plantado sus semillas, aunque lo mejor es guiarse por el número de hojas de la plántula y hacerlo cuando disponga de entre cuatro o seis.
Deberá extraer los ejemplares más sanos de la tierra y separar ligeramente sus raíces, sin dañarlas. Corte un poco los extremos de las raíces, para que crezcan con mayor vigor, antes de volver a plantarlos. Introduzca la planta en el sustrato de una maceta ayudándose de un plantador. Deje un centímetro de parte aérea, asegurándose que las hojas no toquen el sustrato.
Riegue en abundancia pero sin mojar las hojas para evitar que se pudran. Coloque sus ejemplares en un lugar cálido e iluminado, pero sin que reciban el sol directo hasta que la planta haya crecido y se pueda llevar a su ubicación definitiva.