La higuera, árbol de madera blanda típico de los países bañados por el mar Mediterráneo, puede plantarse sin excesivos problemas sobre el suelo de cualquier huerto o jardín e incluso en una maceta.
Es un ejemplar perteneciente a la familia de las moráceas del que existen más de 750 especias diferentes. Sus flores son de tamaño sumamente reducido y son similares a los guisantes, porque se esconden en el interior de una especie de vaina, apareciendo en los ángulos que conforman las uniones de las hojas y los tallos. No obstante, el mayor atractivo de este árbol, aparte de sus frutos, son sus hojas, duras, flexibles y de gran tamaño. Son de color verde brillante por su haz y grises y ásperas en su parte posterior.
Es recomendable plantar la higuera en una ubicación luminosa, pero no soleada, sobre un terreno a base de mantillo, tierra limosa y normal a partes iguales, aunque puede llegar a desarrollarse casi en cualquier tipo de suelos. Asimismo deberá abonarla cada semana hasta el mes de agosto.
No es un ejemplar muy exigente con el riego, ya que es muy resistente a la sequía. Cuando ésta es importante llega a permanecer en reposo, desarrollando pocas hojas y no dando frutos. Es mejor plantarla en lugares de precipitaciones leves, porque las lluvias frecuentes repercuten en la calidad de sus frutos.