La tradescantia es una planta herbácea perenne, de tallos nudosos y delgados. Muestra un follaje de un colorido verde-violeta, carente de pecíolo, y de múltiples formas según la especie, de entre las cerca de cien existentes, ante la que estemos presentes.
Entre las múltiples especies existen variedades, rastreras, colgantes e incluso trepadoras. Por ejemplo la Tradescantia zebrina es un ejemplar rastrero, pero al que puede tratarse como trepador, ya que crecerá verticalmente si le proporcionamos los asideros necesarios.
Las delicadas flores de la tradescantia presentan una curiosa forma de mariposa y abarcan una gama cromática que va desde el blanco hasta el azul o el púrpura. Estos ejemplares, perteneciente a la especie de las Commelináceas, son oriundos de norte y Centroamérica.
Requieren un sustrato ligero y que debe de encontrarse convenientemente abonado para facilitar su crecimiento. Lo ideal para estos ejemplares es abonar quincenalmente con un producto compuesto de extractos de algas marinas en los meses que abarcan la primavera y el verano. Puede resultar bastante adecuado cortar los tallos que se alarguen en demasía, para mantener la base frondosa en lugar de disponer de ejemplares excesivamente altos.
A lo largo del verano la tradescantia requiere agua en abundancia y es importante mantener el cepellón siempre húmedo para evitar que las altas temperaturas terminen por secar la parte aérea. Por el contrario, a lo largo del invierno, deberá de disminuir considerablemente la cantidad de riego, procurando mantener fresco el suelo pero sin llegar a encharcarlo.
Respecto a sus necesidades de iluminación, son ejemplares que pueden llegar a desarrollarse sin problemas tanto en lugares luminosos como a la sombra, por lo que podrá plantarlos en el lugar del jardín que más le convenga.