El primer paso para ahorrar energía al usar cualquier sistema de aire acondicionado es aislar la vivienda. La instalación de un correcto aislamiento térmico en ventanas, techos y paredes, sobre todo en las superficies más expuestas al sol, puede reducir hasta en un 30% el consumo de energía y mantener las habitaciones hasta 10º C por debajo de la temperatura que tendrían si no estuvieran aisladas.
En los edificios en cuyas fachadas predomina el cristal, es efectivo el uso de vidrios polarizados o películas reflectoras que reducen la transmisión de calor, a la vez que dejan pasar la luz.
Un aislamiento adecuado de la vivienda puede ahorrar hasta un 30% de energía
Otra fórmula para evitar la entrada del calor y la fuga de aire fresco es instalar ventanas de doble acristalamiento. Con esta medida, se puede ahorrar hasta un 20% de energía.
Una opción más económica y sencilla es instalar toldos o persianas en ventanas y balcones. Impedirán las radiaciones directas del sol y disminuirán las necesidades de refrigeración.
Si la vivienda dispone de balcones cerrados, la circulación del aire se asegura al mantener abiertas dos ventanas, una a cada lado. Un balcón cerrado funciona como un horno: acumula el calor del sol, que se transmite al interior de la vivienda a través de la pared común al abrir alguna ventana o puerta que dé a la terraza.
Una vez que el cuerpo se ha adaptado a las condiciones climáticas del verano, una temperatura de 25ºC es más que suficiente para sentirse cómodo en el interior de una vivienda. Por regla general, lo más saludable es que la diferencia de temperatura con el exterior sea inferior a 12ºC.
Respecto al ahorro energético, cada grado que disminuya la temperatura de la estancia aumentará el consumo energético del aparato de aire acondicionado casi en un 8%. La clave para mantener un ambiente fresco no consiste en bajar la temperatura, sino en conseguir el equilibrio entre temperatura y humedad del aire. El grado de humedad debe rondar el 50%. A medida que aumenta, conviene reducir la temperatura para mantener la sensación térmica.
El aliado más adecuado para lograr una temperatura constante y saludable es el termostato. Si es programable, permite reducir de manera más sencilla el consumo energético por la noche o cuando la vivienda está vacía. Para un correcto funcionamiento, hay que instalarlo lo más lejos posible de las fuentes de calor, como el sol o las lámparas.