En la actualidad, los suelos de madera son sencillos de instalar, tanto si consta de parqué pegado como flotante. Es importante hacerlo en una época de temperatura templada y sin mucha humedad y dejar que la madera se adapte a las condiciones del lugar donde se ha de instalar. Este artículo repara en la sencillez de colocación del parqué pegado o flotante, brinda consejos para su instalación y menciona también la posibilidad de renovar el suelo sin cambiar la madera.
Parqué pegado o flotante, fáciles de instalar
Hace algunos años, cambiar la madera del suelo era una tarea bastante engorrosa, que a menudo requería abandonar la casa y quitar de ella todos los muebles durante el tiempo en que se realizaran las reformas. Hoy en día, gracias a los nuevos tipos de parqué existentes en el mercado, esta tarea es mucho más sencilla, lleva menos tiempo y se puede hacer de forma escalonada, es decir, habitación por habitación, lo cual evita los contratiempos derivados de mudanzas y desplazamientos del mobiliario.
Una ventaja del parqué flotante es que, para su instalación, no es indispensable quitar la superficie anterior
El parqué más sencillo de colocar es el flotante, en el que las tablas se colocan sobre un soporte aislante de neopreno o gomaespuma y van apoyadas, sin que deban pegarse ni clavarse. Otra opción, que lleva un poco más de trabajo pero que también es sencilla, es el parqué encolado.
En cualquiera de ambos casos es importante dejar la superficie previa del suelo lo más limpia posible. En ocasiones, es necesario levantar el suelo antiguo, aunque una ventaja del parqué flotante es que, para su instalación, no es indispensable quitar la superficie anterior. Si se ha de emplear parqué encolado, la limpieza del suelo, así como dejarlo parejo mediante el uso de lijas de diferentes texturas -primero las de grano más grueso y luego, más fino-, sí es imprescindible.
Consejos para la instalación del parqué
Las condiciones climáticas y ambientales son importantes, dado que la madera se dilata o se contrae en función de la temperatura y la humedad del lugar. Por eso, conviene realizar esta tarea en una época de temperatura templada (en torno a los 20ºC) y sin mucha humedad.
Además, se aconseja dejar las maderas en el lugar donde se han de instalar uno o dos días antes de su colocación. De esa manera, tendrán tiempo de acondicionarse al lugar y los cambios de tamaño que sufran después serán menos notorios.
Con el mismo fin -evitar problemas por la dilatación de la madera- hay que colocar contra la pared unos pequeños listones o cuñas y cortar las tablas del parqué según esta longitud, y no según la extensión total de la superficie del suelo. Esos listones luego se retiran, incluso si quedan adheridos (lo cual suele ocurrir cuando se coloca parqué encolado).
Se debe evitar que coincidan las junturas de la madera, para que el suelo tenga mayor resistencia y durabilidad
Si se trata de parqué pegado, la cantidad de cola debe ser abundante, para garantizar que la madera queda bien adherida. Es preferible encolar de más -y, si hace falta, retirar el excedente con un paño o una esponja húmeda al apoyar la tabla- que de menos, en cuyo caso después es mucho más difícil subsanar el error.
Otro cuidado importante es el de evitar que coincidan las junturas de la madera en las distintas hiladas. Para ello, si en una hilada se coloca con una tabla entera desde una pared y luego se completa con otra recortada, en la siguiente la tabla entera debe colocarse junto a la pared contraria. Esto tiene una función estética, pero también -y más importante aún- la de dar resistencia y durabilidad al suelo.
Y un último consejo, que puede parecer ingenuo, pero que conviene siempre tener presente: comenzar desde alguno de los extremos de la habitación e ir hacia la puerta, en particular si se trata de madera pegada. De lo contrario, el instalador quedará «encerrado» en la estancia y para salir tendrá que pisar el suelo recién instalado, lo que puede arruinar el trabajo. Este error parece fácil de evitar, pero no siempre se ve tan claro cuando se inicia la tarea.
Para renovar un suelo no es imprescindible cambiar la madera, sino que se puede barnizar o encerar la superficie existente. Para ello, el requisito es acuchillar el suelo, es decir, limpiar e igualar la madera (el término “acuchillar” se deriva de las cuchillas con que antes se realizaba esta tarea).
Tras acuchillar el suelo, se debe pasar una lija para dejarlo suave. Una capa de imprimación cumplirá luego una doble función: por un lado, sellar los poros de la superficie, para evitar la acción de la carcoma u otros insectos u hongos; y por otro, actuar como sellador para el barniz o la cera que se elija aplicar. Por último, se da el barniz o la cera, de los que convendrán dos o tres capas, en función de la tonalidad que se busque dar a la superficie del suelo.