La apariencia externa y el color de las flores, en los vegetales que tienen, son en general los aspectos que más influyen en el momento de adquirir una planta de interior. Ambos son elementos fundamentales para determinar el éxito de la compra, pero no los únicos. El estado de las raíces e incluso el del sustrato son otros aspectos que se deben cuidar. Para efectuar una buena adquisición es preciso seguir ciertos consejos.
En el momento de la compra
El estado general del follaje de la planta es un elemento decisivo para la elección. El ejemplar debe estar libre de insectos, hongos y plagas. Para comprobarlo, es necesaria una revisión detallada, en especial, en la parte del envés de cada una de las hojas ya que es el punto en el que aparecen los primeros síntomas de enfermedades.
Es fundamental desechar las hojas que hayan padecido algún ataque fungicida o de insectos con anterioridad. Hojas sin brillo, péndulas y tallos deshojados son señales que evidencian una enfermedad. Respecto a las raíces, deben mostrar un aspecto sano, estar bien equilibradas y encajadas en la tierra. Deben tener un color claro y no conviene que sobresalgan de la maceta o formen una especie de moño ceñido alrededor del ejemplar. Si esto ocurre, significa que la planta está débil ya que ha estado demasiado tiempo en el mismo recipiente. Por este motivo, la superficie del sustrato no debe tener musgo o líquenes, excepto los bonsáis.
Las raíces deben tener un color claro y no conviene que sobresalgan de la maceta
Las plantas que sufran un exceso de abono tampoco son las más apropiadas. Corren el riesgo de soportar con dificultad, o incluso no resistir, el cambio del invernadero al interior de una vivienda. Los vegetales abonados con generosidad se reconocen porque tienen los tallos y las hojas muy tiernos.
Si las plantas tienen flor, es recomendable elegir las especies con más botones (capullos) a punto de despuntar. De esta manera, la floración durará más tiempo. Cuando todas las flores ya están desarrolladas, se marchita al cabo de unos días.
Periodo de aclimatación
Una vez en casa, las plantas de interior deben adaptarse a las condiciones de su nuevo hogar. La mayoría de ellas ha crecido en invernaderos con unas condiciones lumínicas superiores a las de una vivienda y deben experimentar una serie de cambios hasta aclimatarse.
Para facilitar la transición, es recomendable proporcionar a las plantas recién compradas más luz durante el primer mes. Se deben colocar junto a ventanas o miradores, aunque la exposición al sol no debe ser directa ya que es posible que se quemen.
Para trasplantar, es preferible esperar un mes desde su adquisición
Antes de abonarla por primera vez conviene esperar a que transcurran dos semanas desde su adquisición. En cambio, para trasplantarla, será necesario esperar un mes. Si el ejemplar carece de espacio suficiente o se encuentra en un sustrato de turba rubia, es posible adelantar el trasplante.
Cuando las plantas deben transportarse a casa en coche es necesario poner en práctica algunas precauciones. Es fundamental porque en el trayecto al hogar cabe la posibilidad de que los ejemplares sufran percances que los debiliten. Si las macetas son pequeñas, lo más apropiado es agruparlas en una caja de cartón, separarlas con papeles gruesos y estabilizarlas. El lugar más adecuado para depositar la caja es el maletero, nunca la bandeja del coche ya que las plantas caerán durante los frenazos o los cambios bruscos de velocidad. Además, si hace sol, el calor y la luz que recebirían sería excesivo.
Si las macetas son de grandes dimensiones, es preciso embalarlas por completo con papel o cartón. La planta también debe ir protegida con una bolsa de plástico anudada al tronco. Aunque el follaje se apelmace, se estropeará menos que si el vegetal se cae sin estar envuelto. En este caso, la ubicación más apropiada es el asiento del copiloto, en una posición fija y estable que evite que el sustrato se salga de la maceta.