El pie de elefante, llamado en botánica Beaucarnea recurvata, es una exótica planta que puede cultivarse tanto en interior, en una maceta, como en un jardín. Se trata de un bello ejemplar que puede alcanzar grandes dimensiones y cuyo porte le hace parecer un árbol más que una planta. Su nombre proviene del enorme tallo que sustenta sus lanceoladas hojas.
Es un ejemplar que se desarrolla sobre poco sustrato, pero éste debe ser enriquecido periódicamente con abonos ricos en nitrógeno y fósforo. Con este aporte extra y recibiendo luz de forma intensa, pero no de forma directa, conseguirá que su tronco y hojas se desarrollen hasta alcanzar un metro de altura, aunque puede llegar a medir unos siete. Una buena ubicación en interiores puede ser junto a una ventana.
Durante el invierno deberá respetar su periodo de reposo y procurarle una temperatura en torno a los 8 o 9º C. El pie de elefante requerirá riegos escasos en esta época. Proporcionándole poco agua evitará que su tronco o raíces se pudran.
Cuando las temperaturas aumenten podrá incrementar ligeramente su riego, pero sin que resulte excesivo, porque una de las principales causas de su muerte es precisamente ésta. Para saber si es necesario regar el ejemplar es conveniente comprobar con la palma de la mano que la parte superior del sustrato se encuentra seca.
Al ser un ejemplar que adquirirá grandes dimensiones y de rápido crecimiento resulta recomendable cambiarlo de maceta durante sus primeros años de vida. Para no tener que trasplantarlo puede plantarse directamente sobre el suelo del jardín, pero teniendo en cuenta que el pie de elefante que no soporta bien las heladas por lo que sólo es recomendable alojarla en el exterior en zonas de climas calurosos.