Siempre es importante contar con un sustrato fértil, para que las plantas se desarrollen con facilidad y puedan mostrar todo su esplendor en el periodo de floración. Esta afirmación adquiere mayor importancia en el huerto, porque de los nutrientes de que disponga el subsuelo dependerá la calidad y, sobre todo, la cantidad de hortalizas, frutas y verduras, así como el tamaño que podrán llegar a alcanzar.
Lo ideal es mejorar la textura del suelo a lo largo del mes de marzo o principios de abril (durante la estación primaveral), para que el sustrato pueda retener los nutrientes que se le puedan aportar a través de abonos y fertilizantes.
Para conseguir repartir los fertilizantes de una manera rápida y homogénea lo más sencillo será utilizar un esparcidor con ruedas, que permite administrar la cantidad adecuada a lo largo de todo el terreno. Si deseamos que los nutrientes aportados se adentren en mayor medida en el sustrato resulta recomendable airear y remover la tierra, para que ésta esté suelta, y así los nutrientes puedan penetrar con mayor facilidad.
El mencionado proceso también debe realizarse cuando vayamos a alimentar el terreno con abonos, a poder ser de origen animal, que podemos adquirir a un precio más económico u obtener mezclando con paja las heces de los animales.