Si la tierra o sustrato sobre el que se quieren cultivar ejemplares es demasiado seca habrá que romperla con la ayuda de una horquilla. De esta manera el aire penetrará en el subsuelo, oxigenándolo y enriqueciéndolo, además permitirá que tanto el agua de riego como los abonos que se le apliquen se adentren con mayor facilidad en su interior.
Agregue materia orgánica, a poder ser abono animal si ya ha empleado numerosos productos químicos, a la capa superior de la tierra con el fin de enriquecerla. También podrá abonar rompiendo el sustrato con una azada, removiéndolo e introduciendo hierba para que se descomponga.
Aporte al sustrato una capa de compost en primavera y en otoño para mantener su fertilidad, porque, aunque ni tan siquiera se cultive, el agua de la lluvia arrastra sus nutrientes.
Para abonar sustratos no demasiado fértiles es recomendable introducir también abonos de liberación lenta en su interior, para que vayan abonando el mismo a lo largo de los cerca de tres meses que suelen permanecer activos.
Si se forman grandes charcos cuando llueve se podrá mejorar el drenaje añadiendo arena y mezclándola tras realizar el proceso de oxigenado explicado anteriormente.
Es recomendable rotar los cultivos en el sustrato del huerto, debido a que las diferentes verduras y hortalizas adquieren un determinado tipo de nutrientes del mismo, agotándolos. Por ello se siembran o plantas otras diferentes en su lugar en la próxima temporada y se aportan nutrientes a través de abonos. Si quiere utilizar estos últimos lo menos posible se pueden rotar los cultivos o bien emplear la técnica del barbecho, dejando un trozo de terreno sin cultivar para que regenere sus nutrientes, aunque también es recomendable abonarlo.