Montar una cocina es una tarea que requiere tiempo, pero no dificultad. Lo importante es la organización previa, para planificar el mejor aprovechamiento del espacio y determinar la cantidad y el tamaño del mobiliario. Después, se ha de seguir un orden en el montaje de los muebles: primero los inferiores, después los superiores y, al final, la encimera. También resulta de gran utilidad confeccionar, antes del montaje, un plano de la disposición de la cocina.
Montar una cocina: primero, la estructura
En el momento de montar la cocina de una casa, lo fundamental es tener claras las dimensiones de la estancia, decidir la estructura que se le dará y organizar los muebles y electrodomésticos del modo más conveniente. Según el tamaño y la forma del lugar, así como de las puertas, ventanas y salidas de humo, se decidirá entre montar una cocina recta (con todos los muebles en línea), en L, en U o con una isla o una península.
Solo una vez que se han determinado todas estas cuestiones se comenzará a montarla. Hay cuatro tipos de muebles para la cocina: los bajos, que se apoyan en el suelo y quedan bajo la encimera; los altos, que se fijan suspendidos de las paredes; las columnas, que se apoyan en el suelo, pero alcanzan el nivel de los altos, y que pueden ser solo de almacenaje o con espacios para el horno, el microondas, la lavadora, etc.; y los sobreencimera, que como su nombre indica, se apoyan sobre la encimera y, en general, tienen menos profundidad que los demás. Lo más recomendable es empezar por colocar los muebles bajos, siempre desde un rincón, para garantizar el máximo aprovechamiento del espacio y evitar que queden huecos entre los muebles o entre estos y la pared.
Módulos para montar la cocina
En la actualidad, los muebles se comercializan bajo el formato de módulos. En general, son muy sencillos de montar, ya que incluyen todas las piezas y herramientas necesarias: patas, tornillos, espiguitos, llaves, etc. En el caso de los módulos de cocina, incluso cuentan con patas de altura regulable. Esto permite montarlos con la tranquilidad de saber que no importan las diferencias de altura entre ellos ni que cojeen, ya que estos inconvenientes se solucionarán al final del proceso.
Tanto para los muebles bajos como para los altos, conviene comenzar el montaje desde un rincón de la estancia
Después de montar los muebles bajos, se procede a hacer lo mismo con los altos. También conviene comenzar desde un rincón. En este punto se añade la dificultad de tener que colgarlos de la pared, lo que implica realizar agujeros en el alicatado. Pero si se cuenta con un taladro y las brocas apropiadas, esta tarea no representa ninguna dificultad especial. La gran ventaja, además, es que, al igual que las patas de los muebles bajos, las estructuras para colgar los muebles en la pared posibilitan regular la altura de cada sujeción con mucha facilidad. Con ello se soluciona cualquier desnivel provocado al realizar los orificios.
Un consejo: se debe dar prioridad a la alineación de los muebles con los azulejos, antes que asegurarse de que estén nivelados a la perfección. Esto es así porque, al mirarlos, es preferible la coincidencia entre el mobiliario y el alicatado, algo que no ocurrirá si las líneas de los muebles respetan las horizontales y verticales exactas, pero los azulejos no.
Montar una cocina: cornisas, puertas y encimera
Instalados los módulos altos, es momento de comenzar a definir los detalles. Los primeros deben ser las cornisas, es decir, las barras de madera que ocupan el borde inferior de los muebles altos. Si estos siguen una línea recta, una sola barra será suficiente; si la línea en cambio está quebrada (lo cual sucede si los muebles altos no ocupan toda la parte superior de la encimera), habrá que tener cuidado al tomar las medidas y realizar en las barras para las cornisas cortes de 45 grados, que garanticen la coincidencia exacta en el montaje. Las herramientas apropiadas para tales cortes son la caja de ingletes o la ingletadora eléctrica.
Instalados los módulos, se colocan las puertas, cornisas, costados, el zócalo y, por último, la encimera
Después de las cornisas se colocarán las puertas en los módulos, cuyas bisagras -tal como las patas de los muebles bajos y los colgantes de los altos- incluyen sistemas muy simples con tornillos. Estos permiten regular la posición de las puertas y corregir los posibles desniveles. Las puertas carecen de orificios para la colocación de los tiradores, puesto que estos se instalan en el lado que más convenga, según el lugar que ocupen: a la derecha o a la izquierda. Unos paneles llamados «costados», de igual color y terminación que las puertas, se ubican en los laterales de los módulos para otorgar uniformidad al conjunto.
Llegados a este punto, la parte de mayor dificultad ya estará concluida. Solo restará instalar el zócalo en la parte inferior de los muebles bajos (se sujeta a las patas de estos por medio de abrazaderas, mientras que un burlete lo ajusta en el suelo) y la encimera, por supuesto. Para realizar en la encimera los huecos correspondientes a la placa de vitrocerámica o inducción y al fregadero, si bien estas piezas vienen con unas plantillas que explican cómo hay que ejecutarlos, antes se aconseja lo siguiente: dar la vuelta a las piezas, colocarlas sobre la encimera y dibujar con un rotulador su silueta en el lugar exacto donde se desea colocarlas. Es una forma de asegurarse de que ocuparán el sitio preciso donde se pensó que estuvieran.
Siempre que sea posible, por seguridad, conviene que entre el fregadero y la placa de cocina haya una distancia de al menos 60 centímetros. Instalarlos, y después de ellos el resto de los aparatos (microondas, horno, lavadora, etc.), constituye el paso final en el montaje de la cocina. Si se siguen estos pasos en el orden indicado, el proceso demandará más o menos tiempo, pero no supondrá mayores dificultades.
Los planos representan una importante ayuda en el montaje de la cocina. Primero, los planos de la casa: no es imprescindible tenerlos, pero sí muy recomendable, para saber qué lugares de las paredes no se deben agujerear, dado que por allí pasan cables de electricidad o caños de agua o gas. Si no se cuenta con tales planos, se deberá utilizar un detector de cables y tuberías para evitar accidentes.
También será de mucha utilidad para el montaje tener, antes de comenzar, un plano de la ubicación final de todos los muebles. Por mucho que se tenga en la cabeza la representación de cómo deben quedar, llevarlos al papel ayuda a ver posibilidades que, de otra forma, son difíciles de percibir. Es el caso de posibles dificultades al abrir las puertas o ventanas, incomidad en algún punto de la estancia, etc. Además, servirá para consultar y aclarar dudas siempre que se necesite durante el montaje.