Tras la llegada del invierno, la presencia y acción de las plagas suele reducirse considerablemente, porque les es difícil sobrevivir al intenso frío. No obstante, las heladas consiguen que la planta esté menos protegida frente a este tipo de ataques y enferme con mayor facilidad.
Sus principales enemigos en esta época son los hongos, que proliferan cuando se combinan dos circunstancias sumamente perjudiciales para los ejemplares, la humedad y las bajas temperaturas. Su combinación hace que las plantas lleguen a congelarse y sufran en exceso, sobre todo si no hemos tenido la precaución de protegerlas.
Para acolchar los ejemplares plantados sobre tierra podemos colocar paja o más tierra sobre la zona en la que se asientan, bordeándolos. Si se encuentran en un tiesto debemos forrarlo con papel de periódico o plástico acolchado de embalar.
Uno de los problemas más comunes es la botritis o pudrición gris (Botrytis cinerea), que provoca que sobre las hojas y el tallo de los ejemplares aparezca una especie de polvillo grisáceo que denota la presencia de ese hongo microscópico. Las causas de su aparición son cuantiosas, pero entre ellas destaca sobremanera el exceso de humedad.
Si las lluvias y las heladas persisten es muy normal su aparición, por lo que para evitarlo conviene proteger los ejemplares de la lluvia y evitar que descansen sobre superficies mojadas, o con un exceso de humedad, que deberá retirarse con un papel absorbente.
Otro síntoma de que los ejemplares están pasando una mala racha por culpa de las bajas temperaturas es el cambio de color en sus hojas, que tienden a amarillear o enrojecerse.