El agua es un bien escaso, que es preciso cuidar tanto por motivos medioambientales como económicos y que, en el cuidado de las plantas y jardines, a menudo se desperdicia por falta de precaución o de conocimiento. Este artículo explica cómo aprovechar al máximo el agua de riego, los beneficios de agrupar las plantas y crear microclimas en el jardín y los horarios y niveles de riego más apropiados. Además, describe la técnica del riego por goteo y cómo usar para regar el agua de mar.
Aprovechar al máximo el rendimiento del agua de riego es muy importante, tanto para el cuidado del medio ambiente como para evitar gastos demasiado elevados en la factura. Si no se presta atención a este aspecto, el cuidado de las plantas, sobre todo en un jardín, puede generar un consumo excesivo y un auténtico despilfarro de este bien natural y escaso.
Elegir especies autóctonas o adecuadas al clima de la zona
Un primer consejo para ahorrar agua tiene que ver con la elección de las plantas para el jardín. Es importante tener en cuenta las características del clima de la región en el momento de decidir qué especies se han de plantar: sus necesidades de temperatura, humedad, tolerancia a los vientos, luz, etc.
Las especies autóctonas o que sean adecuadas para las condiciones climáticas de la región necesitarán menos cuidados extras
En función de estos datos, habrá que elegir especies autóctonas o que sean adecuadas para esas condiciones. Estos ejemplares precisarán menos cuidados extras, entre ellos menos agua de riego, ya que las propias condiciones del clima (lluvias y humedad en el ambiente) satisfacen gran parte de sus necesidades.
Una técnica muy simple y efectiva para tener una idea de las especies que mejor se adaptan a una determinada región es recorrer la zona y observar cuáles son las plantas que habitan los jardines con mayor frecuencia.
Agrupar las plantas según las necesidades de riego y crear microclimas
Otra cuestión importante en el jardín es la organización de las plantas, con el fin de crear microclimas que contribuyan a mantener los grados de temperatura y humedad. Un modo simple de hacerlo es a través de la instalación de plantas tapizantes o cubresuelos, que ayudan a conservar la humedad en el sustrato y reducir las pérdidas por evaporación. Algunas especies de tapizantes son la oreja de ratón, la manzanilla y la tradescantia.
Además, se deben agrupar los ejemplares en función de sus necesidades de riego. De esta manera, se evita mojar demasiado o encharcar plantas que requieren poca agua y se impide regar de menos los ejemplares que necesitan más por temor a dañar los de alrededor. Por el mismo motivo, si el jardín cuenta con césped natural, se debe procurar que las plantas más cercanas a él sean las de mayor necesidad de riego.
Horarios y niveles de riego más apropiados
Un consejo útil sobre todo para las épocas de primavera y verano es evitar el riego en los horarios más calurosos, ya que en esos momentos el agua se evapora con mucha rapidez y gran parte no llega a penetrar en el suelo y alcanzar las raíces de las plantas. Además, esas horas suelen coincidir con las de mayor viento, que también arrastra el agua. También hay que tener en cuenta que las mayores temperaturas favorecen la acción y el ataque de hongos y otras plagas.
Los horarios más convenientes para el riego son el atardecer, la primera hora de la mañana e incluso la noche, sobre todo si se dispone de un sistema de aspersores automáticos.
En general, es conveniente mantener niveles de riego más bien bajos, no solo para impedir que el terreno se encharque, sino también para forzar a las plantas a profundizar sus raíces en busca de nutrientes y humedad. De lo contrario, se vuelven dependientes y obligan a niveles de riego mayores y, por ende, a un mayor consumo de agua.
Una técnica más específica para maximizar el aprovechamiento del agua de riego es el riego por goteo, llamado también riego gota a gota. Consiste en suministrar al suelo agua en cantidades muy pequeñas durante tiempos prolongados. De este modo, la pérdida por evaporación, por arrastre del viento o motivos similares es mínima, y se evitan también encharcamientos y otros excesos.
Si bien existen sistemas muy sofisticados de riego por goteo, se puede fabricar uno de modo casero: basta con hacer un pequeño orificio en el tapón de una botella de plástico, llenar esta de agua y colocarla boca abajo sobre el sustrato. De esta manera, el agua caerá gota a gota y lo mantendrá húmedo.
También hay métodos novedosos que permiten aprovechar agua de mar para el riego. Uno de ellos se explica en este cortometraje de un minuto de duración, que participó en el I Festival de Microcortos auspiciado por la Universidad Católica de Murcia. Consiste en colocar el agua en barreños u otros recipientes, dentro un vaso, cubrir el recipiente con un plástico y poner una piedra u otro objeto que sirva de contrapeso sobre el vaso. Y luego, se sitúa todo el conjunto bajo el sol. El agua se evapora, va hacia el plástico y, debido al desnivel ocasionado por el peso, resbala y termina dentro del vaso. De este modo, el agua del vaso (destilada por el sol, como el agua de lluvia) carecerá de sal y se podrá usar para el riego.
Otro sistema para aprovechar el agua de mar se explica en este vídeo. Se basa también en la destilación del agua por medio del sol, aunque el sistema es distinto. Primero, se colocan varios recipientes llenos de agua de mar alrededor de la planta. Luego se pone encima de cada uno una cubierta de plástico, de modo que el agua se evapora y desde el plástico resbala hacia el suelo. De esta forma, todo el suelo que rodea la planta se nutre, casi por goteo, de agua destilada por el sol.